La atracción principal fue una salchicha de 20 m, además, el evento incluyó combates de lucha libre estilo WrestleMania y competencias de comer hot dogs
Petrit Halilaj: arte en las alturas del Met que engalanan Nueva York
Esta obra del artista kosovar Petrit Halilaj se inspira en los garabatos encontrados en pupitres escolares de los Balcanes durante las guerras yugoslavas
“Abetare (Araña)” de Petrit Halilaj, basada en un garabato que halló en el pupitre de una escuela.
mar 21 de mayo de 2024 a las 21:43
Por Holland Cotter / The New York Times
He encontrado un paraíso a prueba de problemas...
Arriba en el tejado
Así cantaban los Drifters en 1962, haciendo de la azotea del centro de la Ciudad un lugar genial para estar. Y si bien el techo del prestigioso Museo Metropolitano de Arte puede no haber sido un lugar de escape para nadie, entonces, sí lo es ahora, gracias a los encargos escultóricos para el Jardín en la Azotea que el museo ha estado instalando durante los últimos 12 años.
El más reciente de ellos, “Petrit Halilaj, Abetare”, es uno con el aspecto más airoso hasta el momento. Dibujo, o escritura en el cielo, más que escultura, es como yo denominaría a esta maraña calada de líneas caligráficas oscuras de bronce y acero que trazan imágenes en silueta —de flores, una araña y una casa de cuento de hadas— contra el panorama de Manhattan.
Es una fantasía loca que llega al cielo. ¿Pero un paraíso? No. La araña luce mala. La casa se inclina como si se derritiera. ¿Y qué pasa con un puñado de falos puntiagudos, un emblema soviético de la hoz y el martillo y palabras misteriosas —Runik, Kukes?
¿Y cómo interpretar el hecho de que todas estas imágenes y palabras fueron tomadas de una única fuente prosaica? Fueron encontradas, talladas y garabateadas en las superficies de los pupitres en las aulas por generaciones de alumnos en los territorios balcánicos de Europa durante una brutal guerra regional.
Uno de esos adolescentes vandálicos fue el artista Petrit Halilaj. Nació en un pueblo cerca de la ciudad de Runik, en Kosovo, en 1986. En 1998, durante las guerras yugoslavas, cuando su País estaba bajo la ocupación violenta de Serbia y su casa familiar había sido incendiada, escapó a un campo de refugiados en Albania llamado Kukes II, donde permaneció más de un año.
Allí, Halilaj conoció al psicólogo italiano Giacomo Poli, quien lo exhortó a dibujar las atrocidades que había presenciado y escenas del mundo natural que le brindaran consuelo. Las imágenes resultantes fueron reconocidas por todos los que las vieron como prodigiosas, y marcaron el camino de Halilaj a una carrera artística.
Después de regresar a Runik un tiempo, asistió a una escuela de arte en Italia y luego se instaló en Berlín. Desde entonces ha vuelto a visitar Kosovo, la patria que atesora y cuyo recuerdo ha sido la fuente de gran parte de su obra hasta el momento.
Para su aparición revelación en la Bienal de Berlín del 2008, construyó una versión a escala real de la casa destruida de sus padres en Runik. Dos años más tarde, excavó más de 60 toneladas de tierra de un terreno propiedad de su familia, la transportó en camión a Suiza y llenó con ella un stand de Art Basel.
Y cuando, en un viaje a Runik en el 2010, se enteró de que su antigua escuela estaba a punto de ser demolida, rescató algunos de los pupitres. Luego registró, en bocetos y fotografías, ejemplos del graffiti que los cubrían, una crónica de los temores, deseos, impulsos políticos y entusiasmos de cultura pop de generaciones de jóvenes kosovares.
Algunas de estas imágenes se convirtieron en las esculturas lineales de acero que formaron las primeras versiones del conjunto llamado “Abetare”, el nombre de una cartilla alfabética ilustrada, escrita en idioma albanés, de la que había aprendido cuando era niño.
Para la exhibición en el Met, rastreó y documentó garabatos de pupitres de otros países balcánicos —Albania, Macedonia del Norte, Montenegro— que habían experimentado la agresión serbia después de la desintegración de la ex Yugoslavia.
Al centro de la instalación se encuentra la casa alta con techo a dos aguas. Halilaj encontró la imagen en un escritorio de su escuela primaria en Runik, pero también podría representar la casa de su infancia o la tienda de campaña de un campo de refugiados. Y lo personaliza con imágenes más pequeñas derivadas del graffiti, como la figura de un niño, una estrella y una víbora.
Detrás de la casa se alza la forma de una araña gigantesca, basada en un garabato que Halilaj halló en una escuela de Macedonia del Norte. Con su sonrisa/rictus es expresivamente difícil de leer, de buen humor o malévola. Y para Halilaj evocó un ícono del mundo del arte de sentimiento ambivalente: las colosales esculturas de arácnidos de Louise Bourgeois —cada una con un aspecto depredador y protector.
A menudo se considera que las guerras yugoslavas de la década de 1990 constituyeron el conflicto más mortífero en Europa entre la Segunda Guerra Mundial y la actual guerra rusa contra Ucrania. Para un niño refugiado como Halilaj en los Balcanes durante esa década, la capacidad de inventar un mundo alternativo lo significaba todo.
© 2024 The New York Times Company
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