Por Raja Abdulrahim / The New York Times
JERUSALÉN — Cuando duerme, Nooh al-Shaghnobi, un rescatista en Gaza, es atormentado por los llantos de aquellos a los que no pudo salvar. Los recuerdos de los últimos 14 meses regresan de golpe, pesadillas de edificios colapsados sin equipo para sacar a los sobrevivientes.
“Escuchamos las voces de la gente bajo los escombros”, dijo entre llamados de rescate. “Imagina que hay gente bajo los escombros que sabemos que está viva, pero no podemos salvarla. Tenemos que dejarla morir”.
Durante más de un año, los rescatistas en Gaza se han esforzado en las líneas del frente de la guerra, al apresurarse a los sitios de ataques aéreos israelíes para intentar salvar a aquellos que sobrevivieron y recuperar los cuerpos de los que no. Tan solo en las primeras siete semanas de la guerra, Israel disparó casi 30 mil municiones contra Gaza, una de las campañas de bombardeo más intensas en la guerra contemporánea.
El Comité Internacional de la Cruz Roja ha dicho que los rescatistas en Gaza enfrentan condiciones peligrosas sin equipo suficiente. En su mayoría se ven obligados a sacar sobrevivientes de entre toneladas de escombros con las manos y herramientas rudimentarias.
La masacre ha hecho enormes estragos físicos y mentales en los rescatistas, y los ataques israelíes han cobrado las vidas de por lo menos 118 de ellos, reportan funcionarios de rescate locales.
“Los socorristas sufren de niveles indescriptibles de estrés, ansiedad y frustración”, afirmó Hisham Mhanna, un vocero de la Cruz Roja en Gaza.
Desde el inicio de la guerra —que comenzó tras el ataque liderado por Hamas el 7 de octubre del 2023 contra Israel— los rescatistas batallaron para seguirle el ritmo a los ataques aéreos. En el primer año de la guerra, el Ejército israelí dijo que atacó más de 40 mil blancos con alrededor de 60 mil municiones.
Esta guerra ha sido como ninguna otra que hayan padecido los habitantes de Gaza, sin un lugar seguro para resguardarse, señalan residentes.
Al-Shaghnobi, de 23 años, dijo que persiste con su trabajo de rescate con la Defensa Civil de Gaza, una agencia de servicios de emergencia, al saber que podría salvar algunas vidas. Señaló que compartía imágenes en redes sociales para atraer atención al sufrimiento.
En un video publicado en octubre en la Ciudad de Gaza, llama a un niño pequeño cuyos gritos ahogados pueden escucharse desde abajo de los escombros. “No te asustes”, grita Al-Shaghnobi, mientras le da instrucciones: “Rashid, no te agotes. No hables. No pierdas el conocimiento”.
Iluminado por una linterna en la cabeza, entra gateando entre pisos colapsados para alcanzar la cabeza parcialmente expuesta de Rashid, el resto de su cuerpo enterrado. Después de tres horas, Rashid es sacado vivo de los escombros. “Todos los días son más difíciles que el día anterior”, expresó Al-Shaghnobi. “Mi alma está cansada de esta guerra”.
Amir Ahmed, un paramédico, dijo que hace unos meses, sus pesadillas se habían vuelto demasiado para él y renunció al servicio de rescate de la Media Luna Roja Palestina. “Llegas a un punto en el que ya no puedes continuar con esto”, afirmó
Ahmed contó que había trabajado en conservación de antigüedades antes de la guerra y se ofreció como voluntario durante muchos conflictos de Gaza porque estaba capacitado como técnico médico de emergencia. Fue llamado al servicio en el segundo día de la guerra. A medida que se prolongaba el conflicto, caía en una depresión más profunda.
En casa, con su esposa y sus tres hijos, se puso cada vez más tenso. Algunos días, quería pasar todo el tiempo dormido, incluso cuando estaban en tiendas de campaña o amontonados en departamentos de una sola recámara. “Solía soñar con la gente que estaba en pedazos que yo recogía con mis propias manos”, dijo.
Aunque se siente culpable por renunciar a su trabajo como rescatista, dijo no arrepentirse.
Algunos rescatistas acusan a Israel de tomarlos como blanco, afirmaciones que han sido repetidas por la Media Luna Roja y la Defensa Civil de Gaza.
Ahmed indicó que había perdido a varios colegas. Entre ellos había dos paramédicos de la Media Luna Roja, Yousef Zeino y Ahmed al-Madhoun. En febrero, fueron enviados a rescatar a Hind Rajab, una niña de 6 años que quedó atrapada en un vehículo con familiares muertos.
Perdieron contacto con los operadores después de que llegaron a la escena y casi dos semanas después fueron hallados muertos en su ambulancia incendiada. También Hind fue hallada muerta en el vehículo de su familia. La Media Luna Roja acusó a las fuerzas israelíes de bombardear la ambulancia a su llegada “pese a coordinación previa” entre la organización y el Ejército Israelí.
Naseem Hassan, un paramédico, recordó que su hermano fue asesinado en el Hospital Al Amal mientras trabajaba con la Media Luna Roja. Murió en un ataque aéreo después de ir a la azotea a encender un generador, contó su hermano. El Ejército israelí dijo no “estar al tanto del incidente”.
Hassan, de 47 años, señaló que la presión de rescatar a los heridos de la guerra lo había desgastado. Cuando inició el conflicto, pesaba 86 kilos. Ahora, tras vivir principalmente de comida enlatada y pan infestado de insectos y soportar días dedicados a excavar entre los escombros, ha bajado alrededor de 68 kilos.
“Mentalmente, somos pacientes y determinados, porque tenemos que serlo”, comentó Hassan. “Si sufriéramos una crisis nerviosa, ¿quién más va a rescatar a la gente?”.
Patrick Kingsley contribuyó con reportes a este artículo.
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