De terrorista a padre: la nueva vida de Majid Khan en Belice

A pesar de sus dificultades, Majid Khan busca rehacer su vida, enfrentando desafíos médicos y financieros mientras busca perdón por sus acciones pasadas

En el año desde su liberación de prisión por crímenes de guerra, Majid Khan agregó un hijo, Hamza, a su familia.

vie 31 de mayo de 2024 a las 18:55

Por Carol Rosenberg/ The New York Times

CIUDAD DE BELICE, Belice — En la noche número 15 del Ramadán en las afueras de la Ciudad de Belice, Majid Khan y su familia de cuatro integrantes se sentaron a disfrutar de una comida tradicional iftar para romper el ayuno de las horas del día.

El ambiente era un poco bullicioso, pero no lo suficiente como para perturbar el sueño del bebé Hamza, nacido dos semanas antes. La charla fue sobre si el biryani estaba demasiado picante y cómo el cordero estaba perfectamente asado.

Eran asuntos mundanos, pero cobraban más significado porque Majid Khan, un ex mensajero de Al Qaeda, estaba celebrando con su esposa Rabia y su hija Manaal en su primer hogar juntos, en Belice, su nueva patria adoptiva.

Durante 20 años esta comida familiar no fue posible. Después de los ataques del 11 de septiembre del 2001, Khan se unió a Al Qaeda, aceptó convertirse en terrorista suicida y entregó 50 mil dólares que se utilizarían para un atentado con bomba en un hotel en Indonesia. Por sus crímenes, fue mantenido prisionero por EU, torturado por la CIA y luego encarcelado en la Bahía de Guantánamo en Cuba. Se declaró culpable y se convirtió en cooperador del Gobierno.

Grandes interrogantes de la vida aguardan. ¿Seguirá adelante Majid, de 44 años, con su incipiente negocio de importación de vasijas de terracota? ¿Necesitará Rabia, de 40 años, llevar a Hamza a México para ver a un especialista por una afección renal? ¿A dónde irá Manaal, de 20 años, a la universidad para convertirse en dentista?

Pero otras luchas cobran mayor importancia. Khan necesita encontrar atención médica para los daños que sufrió en las prisiones secretas de la CIA en el extranjero. No ha podido abrir una cuenta bancaria.

“La vida es una prueba”, dijo. Él ve el próximo capítulo de su vida como una oportunidad para resarcir las cosas. Fue herido, dijo, e hizo cosas que hirieron a otros. Puntualiza sus comentarios con “Que Dios perdone”.

Incluso entre los 750 hombres y niños que han pasado por la prisión de Guantánamo, Khan siempre destacó.

Paquistaní, asistió a la preparatoria en las afueras de Baltimore y se radicalizó tras la muerte de su madre en el 2001. Se fue a Pakistán ese año, a los 21 años, y se casó con Rabia en un matrimonio arreglado. Se unió a miembros de Al Qaeda, entre ellos hombres acusados de planear los ataques del 11 de septiembre, y fue reclutado para ser terrorista suicida en un ataque nunca realizado contra Pervez Musharraf, el Presidente de Pakistán.

$!Majid Khan, sosteniendo un rosario islámico, dijo que cree que su encarcelamiento y tortura fueron una prueba de Dios.

Fue el primer prisionero torturado en custodia de la CIA en declararse culpable de crímenes de guerra, casi una década después de su arresto. Dieciséis meses después de que un jurado militar estadounidense condenó el trato que recibió, Belice le permitió establecerse allí. EU pagó su casa, su auto y su teléfono y le proporcionó un estipendio. Él y Rabia se reunieron dos meses después de su liberación. Conoció a su hija por primera vez en el aeropuerto de Belice.

Khan aún no ha abierto una tienda para su negocio de venta de vasijas de Pakistán ni ha encontrado un gran comprador comercial.

Parte del problema es que ningún banco ha estado dispuesto a abrir una cuenta para el hombre que entregó 50 mil dólares a una filial de Al Qaeda, ignorando, dijo, su propósito. Ya estaba bajo custodia estadounidense cuando el dinero se utilizó en un atentado que mató a una docena de personas en un Hotel Marriott en Yakarta, Indonesia, el 5 de agosto del 2003.

Khan tiene residencia beliceña, pero a petición de EU no tiene documentos de viaje.

Necesita atención médica por una afección colorrectal y dolor de espalda que atribuye a los años que estuvo en los sitios negros de la CIA.

“Necesito ser parchado”, dijo. “Mental y físicamente”.

Cuando Khan habla de su vida, su filosofía no difiera de lo que dijo a un jurado militar en el 2021. Sus acciones con Al Qaeda fueron incorrectas, dijo. También lo fue la tortura, que describió al panel. Dijo que perdonó a sus captores.

“No guardo rencor”, dijo. “Podría haber estado paralizado durante 20 años por un accidente de auto. Dios decidió: ‘Voy a ponerte esa prueba’”.

© 2024 The New York Times Company

Tags:

Notas Relacionadas