Al igual que en la década de 1940, los invasores han establecido nuevas administraciones en las tierras ocupadas
El Louvre fusiona danza y ejercicio en honor a los Juegos Olímpicos
Los participantes disfrutaron de una discoteca en la Salle des Cariatides, dancehall en sala con estatuas gigantes y yoga en un patio con estatuas de mármol
El Louvre ofreció un circuito de danza y ejercicio de una hora por el edificio. Participaron unas 60 personas por día.
jue 30 de mayo de 2024 a las 19:41
Por Catherine Porter / The New York Times
PARÍS — Me enamoré del Louvre mientras ejecutaba pasos disco al ritmo de “Don’t Stop ’Til You Get Enough” de Michael Jackson en la Salle des Cariatides.
Con la llegada de los Juegos Olímpicos de verano a París, los museos y galerías de toda Francia han estado compitiendo para montar espectáculos con temática olímpica. Una de las ofertas del Louvre, de finales de abril hasta mayo, fue un circuito de danza y ejercicio de una hora de duración, que los funcionarios del museo llamaron “Courez au Louvre” —que significa correr hacia y correr en el Louvre.
Luc Bouniol-Laffont, director de artes escénicas del museo, ofreció a Mehdi Kerkouche, un coreógrafo local, un recorrido y le permitió diseñar las sesiones —con una sola petición.
“Por una ocasión, olvídense de la Mona Lisa”, dijo Bouniol-Laffont. “Hay muchas otras cosas qué ver”.
El baile comenzó una hora antes de la apertura del museo. Cada mañana, unas 60 personas afortunadas pudieron disfrutar de una visita privada.
La idea de Kerkouche era realizar una sesión de cuatro partes, en cuatro salas diferentes. Pidió a cuatro colaboradores —tres bailarines y su entrenador de gimnasio— que le ayudaran a diseñar una clase de 15 minutos para cada espacio. Cada uno se inspiró en la habitación.
La discoteca en la Salle des Cariatides, que alguna vez celebró bailes de la realeza, era obvia —para Kerkouche, la discoteca era la versión moderna de los bailes de salón. Luego, en el sótano —la parte más antigua del edificio— hicimos entrenamiento guerrero: estocadas, sentadillas y saltos al ritmo de la canción “Highway to Hell” de AC/DC. La actividad encajaba con los orígenes del Louvre como fortaleza construida alrededor del año 1200 para proteger la Ciudad medieval de los normandos mientras el Rey Felipe Augusto estaba en una cruzada.
Se nos indicó entrar bailando a nuestra siguiente clase, a través de un túnel hecho con los enormes cuerpos de dos toros de piedra con alas de águila y cabezas de hombres barbudos. Las estatuas gigantes inspiraron a Kerkouche a ofrecer una clase de dancehall, la danza urbana jamaiquina en la que los pasos son poderosos y sensuales. Bailamos al ritmo profundo de “Get Busy” de Sean Paul.
Nuestra última parada fue en la parte del Louvre, que alguna vez fue el estacionamiento del Ministerio de Finanzas. Como parte de una renovación en 1984, el espacio se convirtió en un patio con árboles en macetas, bancos y estatuas de mármol de Carrara de los jardines reales del palacio Marly. Allí era donde Luis XIV iba a relajarse.
Y así hicimos yoga cerca de estatuas gigantes de cazadores y caballos encabritados, un homenaje a los pasatiempos favoritos del Rey.
Mi única crítica: 15 minutos, no fue suficiente tiempo en cada sala. Necesito regresar y examinarlas todas íntimamente, además de ver algunas otras que divisé mientras pasaba corriendo.
Ese era exactamente el punto, dijo Bouniol-Laffont. Aunque unos 9 millones de personas visitan el Louvre cada año, la gran mayoría no son franceses. El objetivo del programa era atraer a los parisinos y recordarles la majestuosidad del museo.
© 2024 The New York Times Company
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