Victoria de Claudia Sheinbaum: la sucesora de AMLO en México

México tiene un estricto límite de un solo mandato presidencial, lo que llevó a que Claudia Sheinbaum, sucesora designada por AMLO, ganara las elecciones

Claudia Sheinbaum ganó las elecciones presidenciales de México. Celebrando en la Ciudad de México. (Cesar Rodriguez para The New York Times)

mié 12 de junio de 2024 a las 14:42

Por Amanda Taub | The New York Times

Andrés Manuel López Obrador, actual Presidente de México, es tan popular que probablemente habría ganado otro mandato el 2 de junio si su nombre hubiera estado en la boleta.

Pero la Constitución de México tiene un límite estricto de un solo mandato para los Presidentes. Así que, en cambio, Claudia Sheinbaum, científica climática y ex Jefa de Gobierno de la Ciudad de México a quien López Obrador ungió como su sucesora, obtuvo una victoria aplastante.

Los límites presidenciales de un solo mandato son relativamente raros. Muchos países, como Estados Unidos y Francia, permiten dos mandatos. En sistemas parlamentarios como Gran Bretaña, España y Canadá, no hay límites de mandato: los Primeros Ministros son elegidos por su partido, no por los electores y pueden permanecer en el cargo mientras los líderes de su partido, el Gobierno y sus colegas parlamentarios los respalden.

Algunos podrían decir que el concepto de límites de mandato es antidemocrático. Después de todo, su propósito es impedir que el público elija a su candidato de primera elección si esa persona ha ocupado el cargo durante el tiempo máximo permitido.

Entonces, ¿por qué no deberían los electores poder elegir por sí mismos?

La respuesta, dicen los expertos, yace en el delicado equilibrio necesario para proteger la democracia de sí misma.

Los límites a los mandatos pueden proteger contra las fuerzas que de otro modo harían que los sistemas presidenciales fueran vulnerables a un retroceso democrático o a la autocracia. Y no existe una solución unitalla: algunos países pueden beneficiarse más de límites de mandato más cortos si, por ejemplo, tienen altos niveles de corrupción o una historia reciente de dictadura.

Los expertos que estudian el retroceso democrático a menudo dan algunos consejos aparentemente extraños: si se quiere proteger la democracia, es mejor no tener demasiada.

Suena paradójico. Pero los sistemas democráticos necesitan algo más que la elección de los electores para ser estables. También necesitan controles y contrapesos para evitar que una persona o partido acumule demasiado poder, e instituciones que puedan hacer que el sistema funcione.

Tomemos los referendums. A menudo se les retrata como la forma más pura de democracia, pero los politólogos han descubierto que pueden subvertirla en lugar de defenderla. Como los electores tienden a trabajar con poca experiencia o información, los referendums a menudo ponen el poder en manos de élites que pueden dar forma a las narrativas de los medios de comunicación. Y los votos directos tienden a ser volátiles, girando en torno a cuestiones partidistas no relacionadas.

Las consecuencias del referéndum sobre el Brexit, en torno al cual abundó la desinformación, confirman esa crítica. Cincuenta y seis por ciento de los británicos dice ahora que votar a favor de abandonar la UE fue un error y sólo el 9 por ciento considera que Brexit fue un éxito, revela una encuesta reciente de YouGov.

Así que aunque la elección sin restricciones del voto, ya sea para una política o para un Presidente, pueda parecer la opción democrática más pura, no siempre es la mejor.

Durante la llamada “tercera ola” de democratización a fines del siglo 20, los países que estaban saliendo del autoritarismo —entre ellos muchos de Latinoamérica— redactaron nuevas constituciones que a menudo incluían límites a los mandatos.

Algunos expertos dijeron que el límite de un mandato de México era bueno, particularmente porque sus mandatos presidenciales, de seis años, ya son bastante largos.

“La fuerza de la regla de no reelección en México ayuda a proteger al País contra el colapso democrático”, dijo Mariano Sánchez-Talanquer, politólogo de El Colegio de México en Ciudad de México.

Steven Levitsky, politólogo en la Universidad de Harvard, coincidió. “Para una nueva democracia, o una democracia frágil, la rotación en el poder es fundamental”, afirmó. Otro mandato de seis años, añadió, “habría sido muy peligroso”.

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