El título de este artículo nos hace reflexionar sobre las sentencias en dos senderos: el jurídico, que es manejado por los togados en Honduras y los letrados en España, en ese sentido, una sentencia, es una resolución de carácter jurídico que expresa una decisión definitiva sobre un proceso (que puede ser penal o civil); en las sagradas escrituras se conceptúa como veredicto, decreto, condena o castigo, como resultado al transgredir los mandatos divinos, por ejemplo: “Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (1 Corintios 3:17).
Al hombre se le permite defender su vida, si por ello el amenazado comete homicidio, las leyes terrenales considerarán en la sentencia la rebaja o el perdón de la pena. El Santo Libro enseña lo siguiente: “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito esta: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el señor” (Romanos 12:19).
Solamente existe un pecado que Dios no perdona: “El insulto al Espíritu Santo: Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, más la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada” (Mateo 12:31), “En verdad os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias con que blasfemen, pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene jamás perdón, sino que es culpable de pecado eterno” (Marcos 3,28-29).
Vivimos en una sociedad en su mayoría inculta en la que la mayoría profesa el cristianismo; la sociedad en sí debería preocuparse por la práctica de la santidad, pues ese es el llamado del gran “Yo Soy” y de Jesucristo, su Hijo.
Existe un sector conformado por más de un millón de individuos practicantes de las malas artes y eso Dios no lo aprueba. ¡Jesucristo regresará!