Columnistas

11 de septiembre, entre el recuerdo y el olvido   

11 de septiembre, dos hechos históricos ocurridos en esta fecha, aunque en diferentes años. En el 2001, cuatro aviones fueron secuestrados en una acción sincronizada por 19 militantes de Al Qaeda. Su objetivo era estrellar cada una de las naves aéreas en edificios densamente poblados para causar el mayor daño posible en vidas humanas y materiales.

Para la historia de Estados Unidos, sigue siendo el ataque más mortífero producido en su territorio; hay que recordar que las guerras que ha librado ese país siempre han sido fuera de su frontera.

En ese hecho doloroso, perdieron la vida 2,996 y hubo más de 25 mil heridos.La motivación del horrendo crimen, según el líder ya fallecido Osama bin Laden, estaba determinada por la alianza de Estados Unidos con Israel y los daños ocasionados, producto de esta alianza, a los países árabes. La respuesta que Estados Unidos dio al ataque fue la invasión a Afganistán, bajo el pretexto que los talibanes daban refugio a los militantes de Al Qaeda.

El accionar de la política de George W. Bush se fundamentó en la consigna de “lucha del bien contra el mal”, prometiendo que “Estados Unidos prevalecerá”. No obstante, la pérdida de vidas humanas y los gastos millonarios que ocasionó la guerra, sin tener resultados en la línea de Estados Unidos y sus aliados europeos, hacen pensar que ese acto resultó siendo un fracaso.

El 11 de septiembre, pero de 1973, ocurrió otro hecho violento para los países del continente americano y del mundo. Un golpe de Estado ponía fin a un gobierno electo democráticamente en Chile. Salvador Allende fue expulsado del poder por los militares, apoyados directamente por el gobierno de los Estados Unidos.

Según documentos desclasificados por la CIA, agencia de inteligencia norteamericana, el propio presidente Richard Nixon ordenó una intervención para evitar que Allende llegara al poder, haciendo una propuesta que implementara varias fórmulas. De llegar al Palacio de la Moneda, como en efecto ocurrió, según la agenda estadounidense, había que implementar acciones de bloqueo y obstrucción a la economía del país andino.

El presidente Nixon exigía un cambio de régimen en la nación sudamericana que se había convertido en la primera en el mundo en elegir libremente a un candidato socialista. “Trabajo de tiempo completo: los mejores hombres que tenemos...”, “Hacer que la economía grite”, era la consigna para asfixiar y luego propiciar el golpe; la misma agenda que hoy se sigue con países como Cuba y Venezuela.

Sin contar con los desaparecidos, exiliados y torturados durante la dictadura, el número de fallecidos por la acción golpista supera los muertos de las Torres Gemelas en Estados Unidos. Ambos hechos se pueden tipificar como actos de terrorismo; solo que, en el caso de lo ocurrido en Estados Unidos, tiene raíces en un fundamentalismo religioso, en cambio, en Chile, la causa está determinada por un terrorismo de Estado, impulsado por EE UU. Lo asombroso es que lo sucedido en la nación del norte, su recuerdo se mantiene vivo, en cambio, lo sucedido en Chile es ignorado por las agencias de prensa mundial.