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Abate

La confusión para todos, desesperación para muchos, no cala en la pequeñita cúpula gobernante. Insensibilidad y arrogancia, están resultando en combinación letal para los pobres. La mayoría. La astucia, la admirada “viveza” no son suficientes para administrar una nación en crisis permanente. Por sus dificultades estructurales, las que quizás, su larga data han invisibilizado a los ojos de esa pequeñita cúpula que dirige los destinos de nuestra nación. Tenemos algún atisbo de quienes podrían integrarla: la presidenta Castro, sería el colmo que no, el presidente Zelaya, ahora tras bambalinas por recomendación de estrategas políticos, de verdad, que señalaron lo inconveniente de su figuración contiguo a la primera mandataria. Necesario el sol pero sin que chamusque. Y otros tras bambalinas de las bambalinas. Pero hasta sus acciones ahora solo logran despuntar en desesperanza. Hay tiempo para las veleidades y oropeles del poder, no para combatir la terrible problemática social que nos abate. Tanto talento desperdigado en el Poder Ejecutivo y fuera de él, pertenecientes al Partido Libre y la ausencia de liderazgo visionario y comprometido con el futuro de nuestro país nos llevan al abismo. ¿Qué hacemos? No han podido darnos alguna evidencia de capacidad gerencial. Las buenas intenciones no son suficientes. Ser autodidactas tampoco lo es. Y ser estudiados, bien intencionados sin esa capacidad gerencial indispensable, tampoco funciona. Deberes indelegables del gobierno, como salud, educación y seguridad, están más allá de ser crisis, son tragedias. Si en la capital, más alarmante y doloroso en el interior. Se habrán puesto a pensar en lo que será de nuestro país en 5, 10 o 30 años con un pueblo enfermo, ignorante e inseguro que destierra a sus hijos. No pueden seguir así. Aparten el engreimiento. Si su sectarismo les impide integrar a otros, reasignen funciones según las capacidades. Pero no insistan en fracasar. No serían solo ustedes. Nos llevarían de encuentro a todos.