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El doble discurso en las relaciones internacionales

El doble discurso, conocido también como doble estándar, hay quienes hablan de doble moral y otros de doble rasero; en cualquiera de los casos se refiere a la misma situación en la cual, por ejemplo, cuando un político condena la corrupción excepto a los miembros de su partido, un funcionario público que dice luchar por la protección de los recursos naturales, pero promueve la destrucción de las áreas protegidas. Políticos que dicen combatir la pobreza, pero ellos, con los recursos del Estado, viven como millonarios. Todo esto es un doble discurso, que al final es un acto de hipocresía.

El doble discurso se manifiesta, con graves riesgos, en la política internacional.

Recientemente el alto representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, pidió evitar “dobles estándares” por la guerra de Israel en la Franja de Gaza, iniciada tras el ataque del grupo islamista Hamás. Agregó el representante de la Unión Europea que “en Gaza tenemos una clara situación donde tenemos que evitar los dobles estándares. Y si aplaudimos cuando el Tribunal Criminal Internacional actúa contra (Vladimir) Putin. Deberíamos poder hacer lo mismo cuando la misma corte actúa contra otros actores en Oriente Medio”, expresó Borrell, sin citar nombres, pero que, sin lugar a duda se refería a la decisión del fiscal general de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan, de solicitar órdenes de arresto contra el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, así como a otros líderes de Hamás.

Cuando Israel es atacado y se defiende, los europeos y estadounidenses dicen que lo hace en legítima defensa; cuando los árabes, en este caso, los palestinos de Gaza son atacados, masacrados y destruidas sus viviendas y se defienden, dicen que son terroristas y los llaman a la prudencia y a la sensatez, todo para “mantener la paz en la región”.

En Estados Unidos, que en casos de política exterior casi siempre está en sintonía con la Unión Europea, a pesar de la pérdida de vidas humanas por parte de los palestinos de manos del ejército israelí, que a esta fecha van unas 40 mil muertes, sus autoridades recibieron con aplausos a Netanyahu en el mes de julio recién pasado en el Capitolio y la Casa Blanca.

El gobierno de Volodimir Zelenski debió abandonar el poder el 20 de mayo del año en curso. Las autoridades ucranianas ni se dieron la molestia de convocar elecciones como lo establece la Constitución. El joven guerrero sigue en el poder y los jerarcas del Viejo Continente y Estados Unidos le siguen llamando presidente, y no solo eso, le siguen proporcionando armas y recursos financieros para continuar una guerra que nunca debió haber comenzado.

Estados Unidos y Europa consideran normal que las naciones latinoamericanas lleven a cabo elecciones vigiladas y hasta controladas para que sean agencias especializadas de sus países y organismos como la Organización de los Estados Americanos y la Organización de las Naciones Unidas, las que al final declaren la transparencia o no de los procesos electorales. Extrañamente, dos tercios de los votantes republicanos en EUA siguen creyendo que en su país hubo fraude en las elecciones del 2020.