Sentencia la Real Academia Española de la Lengua que acción es “ejercicio de la posibilidad de hacer”. La inacción imposibilita el progreso, con actitud conservadora que mantiene la ignorancia, los prejuicios, las costumbres de la tradición. Deng Xiaoping escogió el gato blanco -cazador activo- para reformar la economía china, abriendo las puertas a la acción y a la creatividad, cerrándolas a la visión conservadora de la cultura rural.Un repaso de oportunidades perdidas por inacción como país, pondrá en mejor perspectiva estas apreciaciones.
Primeros años 70. Un consorcio universitario del Estado de Florida, EUA, propuso al gobierno de Honduras una modernización de la educación pública, con enseñanza bilingüe, financiada por EUA y dirigida por las universidades. Días después liderazgos populares, encabezados por los magisteriales, desataron estruendosa campaña callejera: ¿por qué en Honduras, un proyecto tan costoso?, ¿qué buscaba EUA, si aquí nada se le había perdido?, ¿es que el imperio pretendía colonizar las mentes de los niños? Gobierno, partidos políticos, empresarios, líderes religiosos, todos callaron.
Nada se hizo. Unos 20 años después, cuando crecía la tala clandestina de bosques, quedaban todavía casi intactos los pinares olanchanos. Pero abundaban árboles tan añosos que impedían el crecimiento vegetativo de los demás. Una compañía especializada de EUA, la Stone Container, propuso ralear los bosques y organizar un programa de mantenimiento constante.
Horas después de divulgada la idea, estalló la opinión pública. Líderes populares y medios informativos afirmaron que ese era un plan para talar los bosques, robar y exportar la madera. Vino una activista ambiental de EUA a profetizar desiertos, sequías y hambrunas si los bosques eran víctimas de la codicia de empresas aserradoras. Triunfó la inacción, y continuó sin trabas el exterminio de los bosques olanchanos. Años después se supo que Stone Container había sido contratado por Costa Rica para su reforma forestal, que convirtió los bosques de pino en riqueza exportable.
A principios de los 90, Honduras aportó soldados a la guerra que recuperó Kuwait, invadida por Irak. Ya liberada, Kuwait quiso agradecernos con un proyecto que financiaría una refinería de su petróleo en la bahía de Trujillo, para vender combustibles a la costa atlántica de EUA. El consumo de combustibles de Honduras le sería vendido al costo.
La oposición pública, feroz y sin debate, obligó al gobierno a abandonar la idea, que pudo reducir los costos de nuestra economía, y conectarla con el mercado energético. Nada se hizo. El presidente Reina solicitó al empresario Miguel Facussé un plan de inversión externa que a corto plazo comenzara la transformación de Honduras. Miguel me encargó elaborar el plan, junto con el notable economista hondureño Benjamín Villanueva.
El plan, de alcance internacional con proyectos que sumaban 60 millardos de dólares, produjo un inusual entusiasmo del Banco Mundial, del BID, del gobierno español, de inversionistas de EUA, y de manera especial del gobierno salvadoreño, por la carretera interoceánica Puerto Cortés-Cutuco, la soñada salida de El Salvador al Atlántico. Pero tal entusiasmo no ocurrió en Honduras. La prensa declaró iluso el proyecto, y la burocracia gubernamental temió perder poderes.
Tal indiferencia, contraria al entusiasmo exterior, ralentizó tanto el proyecto que pasó al siguiente gobierno, donde, por esa y otras razones, tampoco fue posible desarrollarlo. La inacción y la indiferencia, tan comunes en nuestra cultura rural, cerraron el paso al progreso. Como aquí se ha dicho, en las culturas aldeanas de economía agrícola retrasada, la inacción es una traba que tranquiliza a los conservadores en medio de la pobreza. China cambió su cultura y ese es el primer paso de su portentoso crecimiento. No hay otro comienzo, si queremos aprender de China.