Por violento, cruel, ominoso que haya sido, es absolutamente necesario no olvidarlo, para que la generación presente y las posteriores recuerden lo ocurrido en las vidas de quienes les precedieron. La recuperación, preservación, representación, promoción y desarrollo de la memoria histórica colectiva, el conocimiento y conciencia de los hechos históricos nacionales, el acceso a una visión objetiva y documental del proceso sociopolítico de la nación en cada una de sus etapas, el fin de la invisibilización de la que han sido víctimas compatriotas que contribuyeron de diversas formas a la transformación de Honduras, han motivado a la presidenta Castro para fundar el Instituto Nacional de la Memoria Histórica, la Verdad y la Justicia, (Decreto Ejecutivo PCM 17-2024), cuya inauguración tuvo lugar el pasado 28 de noviembre en su sede en la antigua Casa Presidencial.
Al frente de este ente desconcentrado está el colega Jorge Alberto Amaya, de amplia experiencia investigativa concretada en obras de temática sociocultural. Sus funciones serán respaldadas por un Consejo Consultivo integrado por los ministerios de Derechos Humanos; Artes, Culturas y Patrimonios de los Pueblos; Relaciones Exteriores, Instituto Hondureño de Antropología e Historia, un representante de los organismos de defensa de derechos humanos, y como observador internacional y asesor técnico el o la representante del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
A partir de 1995, el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Honduras (Cofadeh) presentó al entonces presidente Carlos Roberto Reina el proyecto de Museo Nacional de la Memoria, que estaría ubicado en el Valle de Amarateca, en la bautizada como Casa de Terror, en donde se ocultaba, torturaba, ejecutaba y sepultaba a algunos de los opositores a la implementación de la Doctrina de Seguridad Nacional (1980-1993), que asesinó a casi 200 personas, hondureñas y extranjeras, contando con la asesoría y entrenamiento de la Escuela de las Américas y del gobierno argentino de entonces. Al respecto, consúltese la obra “Argentina en el conflicto centroamericano (1977-1984)”, por Emiliano Balerini Casal.
Pese a que la idea no se logró concretar, el Cofadeh, a partir de 1995, creó la Ruta de la Memoria Histórica, que incluye el Hogar contra el Olvido, sito en Santa Ana, las Vueltas de Jacaleapa en Jamastrán, la sede del Cofadeh en Tegucigalpa, La Montañita en la salida oriental capitalina y la Casa de Terror en Amarateca.
Nuestra trayectoria histórica posee un hilo conductor a partir de nuestra emancipación política: la violencia e inestabilidad política. El Proyecto Políticas Públicas para Prevenir la Violencia Juvenil (Poljuve), en el documento “Entornos violentos” incluye dictaduras militares (1963-1971, 1972-1980), tres golpes de barraca contra jefes de Estado castrenses (1975, 1978, 1984), tres golpes de Estado contra gobiernos democráticamente electos (1963, 1972, 2009). Agréguese el fraude electoral de 2017, que violentando artículos constitucionales pétreos, contando con la activa complicidad del Congreso Nacional y la Corte Suprema de Justicia de ese entonces, más el silencio cómplice y tácito respaldo de sectores de la sociedad civil facilitó la reelección ilegal de Hernández para un segundo período presidencial. Las masivas protestas ciudadanas ocasionaron la muerte de 23 personas y 1,351 encarcelados, de acuerdo con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.