Increíble que a estas alturas del siglo XXI todavía haya discípulos de las ideologías. Políticos, intelectuales o dirigentes de la sociedad civil, devotos y firmes creyentes de que el desarrollo o la pobreza de un país –en este caso, el nuestro- se basa en ideologías y en si quienes gobiernan son de izquierda o de derecha.
Interesante un discurso que el inmerecido Premio Nobel de la Paz, Óscar Arias Sánchez, pronunció en la Cumbre de las Américas en la que estuvo el expresidente Barack Obama, en Trinidad y Tobago.
Previo a su participación, el séquito de presidentes de izquierda sudamericanos, encabezados por el depredador de la democracia venezolana, Hugo Chávez, había desfilado por el pódium gritando oprobios contra el imperialismo, “culpable de todas nuestras desgracias”.
Buscar culpables de nuestra miseria y de nuestras falencias y errores siempre ha sido y será lo más fácil. Lo mismo ocurre, inclusive, en nuestras vidas cotidianas. Aquel que no puede cumplir ni siquiera con su horario de trabajo y llega todas las mañanas culpando al bus que no pasaba, al vehículo que no arrancaba, a la cola en los semáforos.
Decía el inmerecido Premio Nobel, con gran tino, que ya basta en Latinoamérica de hablar de “ismos”: capitalismo, comunismo, socialismo, fascismo. Y que el único “ismo” que debiera imperar en el subcontinente –para poder salir adelante y dejar de estar buscando culpables- es el pragmatismo.
En otras palabras, no importa la ideología política, lo que cuenta es tomar decisiones y ponerse a trabajar. Hay naciones con gobiernos de izquierda exitosos, pero también fracasados. Los mejores ejemplos son Singapur y Cuba que, casualmente, ambos gobiernos socialistas iniciaron en 1959. Las diferencias entre estos dos Estados, en todos los aspectos, son colosales.
Lo mismo podemos decir de los regímenes de derecha. Pinochet, en Chile, y los Somoza, en Nicaragua.
En Costa Rica, para el caso, el debate ideológico no existe ni nunca ha existido y nos acaba de restregar en la cara el envío de su primer satélite al espacio.
¿Qué han hecho ellos que no hayamos hecho nosotros?