La tuberculosis humana, provocada generalmente por el bacilo humano M. tuberculosis, acarrea anualmente la muerte de por lo menos tres millones de personas y se enumeran 10 millones de casos nuevos cada año. La tuberculosis humana constituye un problema cada vez más grave en el tercer mundo. La enfermedad prácticamente ha desaparecido en los países desarrollados del hemisferio norte gracias a los métodos muy eficaces de tratamiento y prevención actualmente disponibles.
La pasteurización obligatoria de la leche y las campañas de erradicación y control de la tuberculosis bovina han reducido considerablemente la incidencia de la tuberculosis humana provocada por el M. Bovis (bacilo bovino).
La tuberculosis bovina puede ser transmitida al ser humano por vía aérea o por la ingestión de alimentos contaminados, especialmente la leche. El hombre sigue siendo el principal portador y excretor del bacilo tuberculoso. La tuberculosis más frecuentemente transmitida de forma interhumana se debe al Mycobacterium tuberculosis, el bacilo tuberculoso humano.
En realidad, la situación es más sombría que la mera estimación de casos humanos de tuberculosis pulmonar por año. Cabe prever que de 40 a 50 millones de personas quedarán afectadas por la enfermedad durante los próximos 10 años. Los países menos desarrollados tienen tendencia a subestimar la prevalencia de todas las enfermedades, incluida la tuberculosis, porque una pequeña parte de la población puede acceder a los servicios sanitarios.
De las numerosas encuestas llevadas a cabo por la Unión Internacional contra la Tuberculosis y la OMS, resulta que el riesgo de contraer tuberculosis era de 20 a 50 veces más alto en África que en Europa. Los niños y los adolescentes son los más sensibles a la infección de origen animal. En otros tiempos se solía decir “Tuberculosis infantil igual a tuberculosis bovina”, en ciertos países, hasta un 40% de casos de tuberculosis extrapulmonar y de meningitis tuberculosa era debido a infecciones de origen bovino.
La forma en que algunos grupos humanos consumen la leche puede exponerlos a la infección; en algunas regiones sigue persistiendo la costumbre de consumir leche cruda, no hervida, y sus derivados como la mantequilla, queso, requesón, cuajada, etc., constituyen una fuente de contagio para el ser humano.
Sin duda alguna, la tuberculosis de origen animal es un peligro profesional para los trabajadores rurales y sus familias, así como para los comerciantes de carnes y de productos lácteos que contraen la enfermedad con mayor frecuencia que los ciudadanos. El nivel socioeconómico también interviene en el riesgo de infección.