Kazán está lejos y otra vez lejos, fuera de la geografía mental del ciudadano común, pero esta semana en esa ciudad rusa se dijeron cosas que deberían importarnos, por ejemplo, construir un mundo en el que no perdieran siempre los mismos y que heredarán los desheredados.
BRICS es un acrónimo fácil de aprender, por las iniciales de los países que crearon esta inmensa organización económica, política y social: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, pero que ya sumó a varias naciones más y anuncia expandirse a otros pueblos tradicionalmente marginados por los dueños del mundo.
Por eso los BRICS generan sentimientos encontrados, según se vea: mientras son la esperanza y tabla de náufrago para muchas sociedades explotadas, empobrecidas, también representan una competencia, vamos, una amenaza para las naciones que se repartieron el planeta en pedazos y se quedan con todo, básicamente Estados Unidos y Europa.
Todos sabemos que esos países del BRICS tienen mucha gente, India y China los que más, pues, entre todos reúnen al 45% de la población planetaria, y también es clave que suman el 36% del PIB mundial, mucho más que el G7, con 29%, y eso que son los más ricos y dueños de todo -por ahora-: Canadá, Alemania, Italia, Francia, Japón, Estados Unidos y Reino Unido.
Pero la propuesta de los BRICS es diferente -por eso la torpedean incesantes gringos y europeos-, pretende darle más atención y apoyo a nuestra maltratada América Latina y la sufrida África, así que cuando en la cumbre de Kazán hablaron de erradicar la pobreza, el desarrollo sostenible, lucha contra la criminalidad, cambio climático, cadena de suministros, casi casi decían nuestros nombres.
De lo que más de habla -y de repente lo que más nos importa- es la cooperación financiera, que podamos conseguir dinero para proyectos de desarrollo e inversión social sin las condiciones bárbaras del FMI y el Banco Mundial, o de la dependencia que nos crearon estadounidenses y europeos para mantenernos sometidos.
Aquí abajo nos agrupamos todos, lo que llaman Sur global, el conjunto de naciones que comparten dolorosamente una historia de colonialismo y neocolonialismo, brutales desigualdades, una imbatible pobreza, pésima salud, deficiente educación, precarias viviendas, imparable violencia, exagerado crecimiento poblacional, en fin, nada que nos sea extraño.
Con todo el poder que tienen juntos los países del BRICS promueven el multilateralismo, romper esa hegemonía de Estados Unidos y Europa en un cruel ejercicio inversamente proporcional, mientras más ricos se vuelven ellos, más pobres nos hacemos nosotros, y es tan abrumadora que colonizaron mentes, a pesar de todo, aquí muchos hondureños los defienden a ciegas.
Ahora que se abren nuevas oportunidades para incorporarse a este nuevo mundo multipolar, a una nueva distribución de poder, ojalá que los hondureños no lleguemos tarde, como siempre nos pasa.