Nasry “Tito” Asfura, conocido popularmente como “Papi a la Orden”, ha construido su carrera política sobre una base sólida de pragmatismo y ejecución. Su enorme éxito como alcalde de Tegucigalpa, donde priorizó la infraestructura y la mejora de las condiciones urbanas, le han otorgado un capital político considerable. En un contexto hondureño marcado por la desconfianza en la clase política, Asfura se ha destacado por su enfoque en resultados tangibles, lo que ha capturado la atención de una población cansada de promesas incumplidas.
La posibilidad de que “Tito” Asfura se convierta en el candidato de su partido o el próximo presidente de Honduras no es tanto una cuestión de popularidad, es más un asunto de credibilidad y de promover un cambio en la narrativa política del país. Mientras otros políticos han sido criticados por su retórica vacía y falta de acción, Asfura ha mantenido una reputación de hombre trabajador, un administrador eficiente que siempre ha mostrado compromiso con sus metas. La percepción pública de Asfura como un líder que “hace el trabajo” resuena fuertemente en un país donde las promesas de desarrollo a menudo quedan en el aire.
Manuel Zelaya Rosales, uno de sus críticos más acérrimos, reconoció en una ocasión que, aunque no comparte su visión política, Asfura es “un hombre de acción y compromiso... el mejor alcalde que ha tenido la capital en cien años”. Este reconocimiento es un testimonio de la capacidad de Asfura para trascender divisiones políticas y enfocarse en la ejecución de políticas concretas. Este atributo es precisamente lo que lo convierte en un fuerte contendiente en la carrera presidencial.
Sin embargo, su enfoque pragmático también ha sido objeto de críticas. Algunos detractores señalan que, aunque ha demostrado ser un gestor eficiente, su visión política a largo plazo es limitada. En un país que enfrenta problemas estructurales profundos, desde la corrupción hasta la desigualdad, es crucial que el próximo presidente tenga una visión más allá de la simple ejecución de proyectos.
Organizaciones internacionales de alcaldes y la Asociación de Municipios de Honduras (Amhon) elogiaron su capacidad para gestionar recursos y mantener la estabilidad financiera de la Alcaldía de Tegucigalpa. Esta habilidad es vital en un país donde la mala gestión y la corrupción han sido endémicas en el gobierno. Sin embargo, administrar una ciudad, por grande que esta sea, no es lo mismo que gobernar un país con profundas divisiones y desafíos estructurales.
En última instancia, la posibilidad de que “Tito” Asfura se convierta en el próximo presidente de Honduras dependerá de su capacidad para convencer a los votantes de que su enfoque pragmático y su reputación de trabajador pueden traducirse en una visión a largo plazo para el país.
Su éxito pasado le ha dado una base sólida, pero la transición de líder local a líder nacional requiere algo más que proyectos de infraestructura. Será necesario que Asfura articule una visión que aborde los problemas de fondo de Honduras, sin perder el contacto con la realidad diaria de sus ciudadanos. Si logra esto, “Papi a la Orden” podría muy bien estar en camino a convertirse en el próximo presidente de Honduras.
