Columnistas

Obcecación

En julio del 2023 escribí un artículo titulado “Terquedad” que se refería a la actitud asumida por una gran cantidad de funcionarios públicos en relación con la ausencia de soluciones prácticas a los problemas ingentes que agobian al pueblo hondureño. Dichos personajes habían desperdiciado más de un año de gobierno tratando de adornar su ineficiencia y su falta de imaginación para satisfacer las necesidades populares expresadas de manera genuina y legitima por el pueblo en las calles.

Creíamos en aquella oportunidad que era la carencia de experiencia administrativa pública que les impedía desafiar las manecillas del reloj que con su incesante tictac presagiaban un destino de mayor atraso en todos los indicadores del desarrollo humano reconocidos internacionalmente. A casi un año de estas observaciones, nos percatamos de que esas conductas psicológicas irregulares han entrado ya en un estado permanente de obcecación donde se inhibe o queda abolida la facultad de las personas de emitir juicios o razonamientos prácticos. L

os funcionarios se ciegan y ante cualquier manifestación contraria, se ofuscan, se alteran sus nervios y surgen entonces, inevitablemente, las represiones, las manifestaciones ofensivas y denigrantes contra aquellas opiniones cuyo propósito es que se enderece el rumbo que lleva el país para no perder las esperanzas de alcanzar algún día niveles superiores de desarrollo humano que nos alejen de los vergonzosos espacios que ocupamos en todos esos indicadores que se manejan para medir nuestro mejoramiento o empeoramiento de la situación política, económica y social del país.

Grave, muy oscuro es el panorama que se nos presenta para un futuro muy cercano, la inestabilidad administrativa, la incapacidad para generar políticas de Estado que prometan resolución de problemas a corto y mediano plazo, la ineficiencia de un gabinete en su conjunto para establecer un orden armónico necesario para el desarrollo, la carencia de una jefatura de Estado consolidada y con una imagen propia de autoridad y autonomía para tomar decisiones sin dependencias de familiares, amigotes o compromisos ideológicos, domésticos o foráneos, la terquedad de seguir excavando tumbas para solo encontrar huesos, sin reflexionar en que Honduras necesita urgentemente, casi de inmediato, enterrar ese pasado oprobioso que nos tiene sumergidos en este estado de miseria y de vergüenza, dejando a las autoridades competentes la tarea de enjuiciar y castigar responsables de los yerros, delitos y abusos del pasado para emprender de aquí en adelante, con el concurso de los mejores talentos del país, indistintamente del color de su bandera partidaria, el camino hacia el tan anhelado desarrollo y reconstrucción nacional.

Las encuestas legitimas privadas que no se publican, son contundentes, ningún partido por sí solo tiene posibilidades de triunfo, mucho menos el partido de gobierno que refleja un 87% de desaprobación y que, frente a ese fracaso, se teme surgirá una represión mayor, desbocada, un despilfarro inmisericorde de recursos públicos y un mayor desencanto del pueblo hondureño en esta democracia que hemos tratado de venderle