Al iniciar el mes de diciembre se acoplan las habituales frases: época de amor y paz, tiempo para compartir y de unión familiar, pero también evoca a un espacio de reflexión y cabe la pregunta ¿pese a mis circunstancias, cómo puedo ser mejor?
Generalmente, en busca del “éxito”, procuramos satisfacer deseos sin cuidar si somos felices o, mejor aún, si hacemos felices a otros. Siendo la época de dar y compartir, podemos dar lo mejor de nosotros mismos, y para que verdaderamente sea un regalo debemos trabajar en ser mejores personas.
Como humanos estamos llenos de impulsos como el deseo de afiliación, de adquisición, de prestigio, de poderío, de altruismo y de curiosidad. Son algunos de los impulsos sociales más importantes que afectan la cultura occidental, como citan algunos textos de psicología y sociología. Las personas sienten satisfacción al reunirse con sus semejantes, como también les impulsa el deseo de ganancias materiales en el dilema entre el “yo” y lo que se llama mío. Son impulsos sociales como lo son el deseo de prestigio y el afán de poderío, ambos relativos porque permiten reflexionar qué depende de la cultura, el prestigio es estatus o humildad, y si el poderío, en vez de controlar personas y objetos, puede frenar la autodefensa y predisposición y llevar a ser una persona de influencia positiva. El afán al altruismo y la atracción a la curiosidad son los dos impulsos sociales que más nos pueden llevar en esta reflexión de Navidad a ser mejores. John Maxwell, líder de líderes, en su libro “Seamos personas de influencia” dice que a todo mundo le encanta un ganador y que es fácil tener fe en personas ya probadas y que es más difícil creer en las personas antes de que se prueben a sí mismas, pero esa es la clave para motivarlas a que alcancen su potencial. “Mucha gente piensa erróneamente que para influir en los demás, tiene que ser una autoridad y señalarle sus deficiencias”, dice Maxwell y recomienda enfatizar en los puntos fuertes de las personas porque les ayudará a creer que poseen lo que necesitan para tener éxito.
Pese a nuestras circunstancias y ante la forma en cómo atendemos nuestros impulsos sociales innatos a lo humano, tenemos que aprender a ser personas fuertes y mejores, si dentro de nuestras fortalezas, y como regalo, reconocemos las fortalezas de los demás.