Columnistas

Política y fútbol

El circo político y el fútbol nos hacen olvidar todo. Nuestra política no es ciencia ni arte. El fútbol tampoco es el deporte que deseamos. Ambos distractores están lejos de ser lo que merecemos. Sobresaltos. Los políticos nos atiborran de estupideces, pobreza mental, pretendiendo superar su anonimato. Merolicos seguidos por la masa embrutecida por tanto mal recibido de quienes nos usan para llegar al poder, enriquecerse ilícitamente con impunidad.

Varios expresidentes deben estar presos. A perpetuidad. Los políticos de oficio como arrogantes dueños absolutos parten y reparten a su antojo el poder encomendado por el pueblo. Los sin oficio son atorrantes “consejeros” rastreros bien remunerados con chance de manosear las arcas nacionales controladas por los peces gordos que jamás caen en el anzuelo de la justicia. No descansan ni dan tregua, estamos en permanente campaña con una oposición mediocre por incapacidad intelectual y un gobierno imponiéndose porque no hay contraparte cívica sino cínica. Sin líderes.

El fútbol, “el mejor deporte del mundo”, nos llena otro vacío existencial “vital”, los equipos igual que los partidos políticos son territorio marcado, hay enfrentamiento constante, agresiones verbales de dirigentes engreídos y entrenadores sobrevalorados que no conocen más allá del redondo balón por lo que inducen el ambiente agresivo de las barras que poco tienen de cerebro para entender que el deporte se juega en las canchas con pundonor y tenaz preparación física y mental y no en las graderías ni en la calle como campos de batalla con muertos y lesionados. Barbarie.

Acompaño a mi hijo menor a los estadios, es un fanático entendedor del buen futbol y no perdemos la esperanza que su deporte favorito crezca y madure para ofrecer un verdadero espectáculo sano que entretenga y haga olvidar a los malos políticos, que nos tienen sin una merecida buena calidad de vida y esperanza satisfecha.

El deporte es catarsis. Al Estadio Nacional es al que más vamos con otros padres e hijos amigos, lindo grupo, lo disfrutamos, pero lamentamos la ruindad de sus instalaciones. Llegar al “coliseo” es una odisea. La policía por sus pistolas cierra los accesos cercanos, los automóviles quedan lejos, fomentan la violencia, asaltos y agresiones. Deberían tener una sola estrategia de control real y no inventarse una para cada partido. El Comisario mal informado impone sin criterio y los desinformados que ejecutan no saben lo que cumplen. Agrediendo sin respeto alguno. Al estadio entramos razados por una asquerosa puertecita media abierta para un registro inútil porque permiten lo prohibido a los “poderosos”. Sin verdaderos pasillos, las sillas destruidas para medio sentarse y pararse. Los sanitarios son insalubre porquería. Las cervezas un negociazo que descontrola ánimos y enciende agresividad. Los fumadores contaminan a sus anchas. Total despelote. El “respetable” no respeta, la vulgaridad compite olvidando el deporte.

Obscenidades, botellas, vasos, bebidas, orines, comida, cohetes, etc. Es penoso espectáculo de lo que lastimosamente somos. Los que vamos a ver el juego desatendemos, siempre ojo al Cristo, los eventuales riesgos y lo medio disfrutamos. Prefiero el fútbol sin goles que nos deja dolidos y no el juego sucio político que nos tiene jodidos.

*Exdirector del Hospital Escuela