A pesar de que Silvio Rodríguez es plenamente identificado con la revolución cubana, e indefectiblemente relacionado a la Latinoamérica de izquierda, creo que sus canciones van mucho más allá. No se lo puede acusar de panfletario. Sus letras se centran en la justicia social y los eternos debates del alma humana. Además de que es innegable el lirismo del que gozan sus canciones.
Es por esa razón que en este breve comentario le quiero hacer justicia, para proponerlo como un artista más humano que político. Y no, por eso, despojarlo de su realidad ampliamente conocida.
“Sueño de una noche de verano”, además de recordarnos la obra de William Shakespeare, pone sobre la mesa una de las cuestiones fundamentales para el ser humano: el bien común. “Si pienso que fui hecho para soñar el sol, y para decir cosas que despierten amor, cómo es posible, entonces, que duerma entre saltos de angustia y horror”. Estos versos hacen referencia al sin sentido de la guerra, que es un estado permanente en nuestro mundo. Nos recuerda que no nos la merecemos.
Se me viene también a la cabeza “Sueño con serpientes” cuyo nombre es ya sugestivo. Es necesario recordar el valor simbólico que tiene la serpiente en la tradición religiosa judeocristiana, así como en el imaginario colectivo. Es una figura que nos remite a la maldad, aunque para los mayas era una imagen que remitía a la fortuna. En la canción Silvio dice: “La mato (a la serpiente) y aparece una mayor”. ¿Nos está hablando acaso de los nefastos gobiernos que vienen uno detrás del otro? La democracia acaba con ellos, pero viene otro peor. Me recuerda también a la gran obra de Alejo Carpentier, “El reino de este mundo”.
Creo que en “Pequeña serenata diurna” está una de las declaraciones de patria más ciertas y hermosas que existen. “Vivo en un país libre, cual solamente puede ser libre”. Es que el país, cualquier país, cualquier patria, cualquier nación solamente puede ser libre, es imposible pensarla de otra manera. Después afirma: “Soy feliz, soy un hombre feliz y quiero que me perdonen los muertos de mi felicidad”. Es como si nos dijera que, para llegar a esa felicidad en un país, es necesario que algunos luchen hasta las últimas consecuencias.
Y eso no se trata de derechas o de izquierdas, la historia dice que es así para todos.Aunque el mismo cantante ha aclarado que “Ojalá”, una de sus canciones más reconocidas, es un tema amoroso, escrito pensando en una exnovia llamada Emilia, dada la condición de producto artístico, se puede hacer interpretaciones como las que se hicieron durante mucho tiempo en América Latina. Se decía que la canción era dedicada al dictador chileno Augusto Pinochet, porque cuando se vive en dictadura los pueblos claman “ojalá”.
La obra de Silvio Rodríguez está repleta de canciones amorosas, filosóficas y otras que hablan de diversos aspectos de la vida. Por esa razón es injusto encerrarlo en un paradigma ideológico y hasta rechazarlo, o pensar que por el simple hecho de escuchar música de Silvio Rodríguez se tiene alguna filiación ideológica. A pesar, como dije al principio, de que evidentemente el cantautor cubano tiene sus propias convicciones.
Creo que a los artistas como él solamente queda disfrutarlos, porque pocos cantautores pueden regalarnos productos con tanta calidad literaria.