Los daños del huracán y tormenta tropical Julia en Honduras producirán muchos años de atraso en el desarrollo económico, social y productivo del país, desde luego, superables en el tiempo si los gobernantes y gobernados asumimos una actitud responsable de unidad, trabajo y solidaridad.
Las copiosas lluvias de la tormenta causaron deslaves e inundaciones, dejando miles de compatriotas damnificados por la destrucción de sus viviendas, de infraestructura básica, dañando caminos y puentes, imposibilitando los servicios básicos de transporte y de salud, pérdidas cuantiosas en la agricultura y ganadería y productos marinos; técnicos y expertos trabajan en la estimación de los daños y pérdidas.
El mayor impacto destructivo de este evento natural es en el ámbito rural, donde se encuentra el sector agroalimentario y la gran mayoría de la población pobre.
Los daños de la tormenta tropical Julia no solo han afectado la producción agropecuaria en curso, sino que ha dañado plantaciones permanentes y en crecimiento, ha disminuido la capacidad productiva del ganado, incidiendo negativamente en la producción de los períodos posteriores al evento, con pérdidas de mercados y ventanas comerciales.
La consecuencia de este desastre en el sector agropecuario se extenderá a toda la economía del país, se observará reducción de la demanda de insumos agrícolas, de empleos o se desata escasez de mano de obra por causa de las migraciones. También disminuirán las contrataciones de servicios de mecanización agrícola y el suministro de alimentos y de materias primas y deprimiendo la demanda del servicio de comercialización.
En el sector financiero, la capacidad de ahorro y de inversión se reducirán, disminución de ingresos por bajas exportaciones y aumentarán los egresos por aumento de las importaciones, afectando la balanza comercial y las reservas internacionales, surgirá alta morosidad en el sistema, y los aseguradores a realizar erogaciones extraordinarias para indemnizar a los afectados. Los ingresos del gobierno vía impuestos se verán disminuidos y con la necesidad de destinar recursos para atender la emergencia.
Indudablemente, es bueno retroalimentarse de las experiencias exitosas asumidas por gobiernos anteriores frente a otros fenómenos naturales para no dejar caer el agro hondureño a un estado de parálisis.
La Comisión Nacional de Bancos y Seguros CNBS debe apoyar a los productores flexibilizando el crédito agrícola, creando una categoría especial para el crédito agropecuario, lo mismo, sacar aquellos productores que por causa de este fenómeno caigan o ya se encuentren en la central de riesgos, habilitándolos financieramente para reactivar sus unidades de producción.
Frente al surgimiento inesperado de estos graves y numerosos problemas económicos, sociales, productivos y de infraestructuras a causa de la tormenta tropical Julia, la solución es enfrentarlos responsablemente mediante la unidad, el trabajo y la solidaridad, dejando de lado los intereses particulares y políticos, dando paso a los intereses patrios.
Sean estos desastres climáticos verdaderas oportunidades para restaurar lo perdido. Queda planteado.