Mientras la recuperación económica de Estados Unidos sigue siendo débil, temblorosa y todavía incierta, en Europa más bien la situación empeora ya no solo en la parte sur del continente sino que ahora toca el propio corazón de la Eurozona.
Están cayendo gobiernos, como sucedió esta semana en Holanda, y los partidos gobernantes son castigados en las urnas.
El más reciente fue el de Nicolás Sarkozy, que no solo fue superado por el Partido Socialista de François Hollande (con quien el próximo 6 de mayo se disputará la Presidencia), sino que vio crecer peligrosamente el apoyo popular a organizaciones políticas ultraderechistas y xenófobas como la fundada por Jean-Marie Le Pen que consiguió 6.5 millones de votos.
Por supuesto, la peor parte se la siguen llevando los ciudadanos de a pie que sufren con impotencia el desmantelamiento del “Estado del bienestar”, y el decaimiento económico que tiene una de sus más dramáticas manifestaciones en la masiva pérdidas de empleos y la disminución de sus derechos laborales.
Sin embargo, no hay duda de que los más sufridos, tanto en Estados Unidos como en Europa, son los ciudadanos procedentes de los países más pobres o conflictivos que llegaron allí en busca de mejores condiciones de vida o huyendo de la violencia o la persecución política. La situación empeora todavía más para los indocumentados.
En Estados Unidos, la falta de un consenso para una nueva ley migratoria, —una de las tantas promesas incumplidas de Obama— ha sido la justificación para que algunos estados con dirigentes xenófobos aprueben legislaciones draconianas, violatorias de los más elementales principios de respeto a la persona humana.
En Europa también ya existen muchas leyes abiertamente en contra de los inmigrantes, llegando a extremos en países como España donde el martes se anunció una nueva ley que deja a los indocumentados fuera de los servicios de salud. Únicamente podrán acudir a las emergencias.
Y es que como los verdaderos culpables de las crisis siempre se mantienen protegidos en una nebulosa, entonces lo más fácil para los políticos es jugar al populismo que quiere ver a los migrantes como parte del problema.