No lo maneje, ¡maltrátelo!, decía el exitoso slogan de esta tienda de automóviles que caló muy bien en la mente del hondureño. Me pregunto si hubieran vendido más autos haciendo una publicidad como: “maneje elegantemente”, “sea un caballero detrás del volante”, “sea prudente, la vida humana es maravillosa”, “respete a los demás para que usted sea respetado”, probablemente no hubiera tenido el mismo éxito.
Recuerdo en épocas de mi juventud cuando los autos eran modestos. Ahora son unas máquinas increíbles, imponentes, soberbias, con modelos y precios para todos los gustos; se convierten en el sueño de los políticos, sindicalistas o profesionales; he escuchado cosas como: “voy a tener una camioneta, dios me lo reveló en un sueño”.
Conducir en Tegucigalpa es cada vez más caótico. Los señores conductores de buses y taxis no respetan a nadie, la epidemia de motociclistas se está convirtiendo en una peste para el sistema vial.
No hay respeto para nadie. Los lugares preferidos para estacionarse de los conductores de autobuses son las bocacalles, atrasan, atrasan y atrasan pero parece que a ellos no les importa; los señores taxistas se paran donde les da la gana, con el pretexto de que “ando trabajando” como si trabajar les diera el derecho de irrespetar a los demás.
Son cosas que se ven a diario y que crecen cada día peor; sin mencionar el desastre en que nos tiene metidos el señor Alcalde de querer hacer todo de un solo porrazo, en vez de planificado.
El estrés de manejar en la capital es terrible y parece ser que los conductores hemos agarrado en serio el maltrato a todo tipo de autos y con ello a maltratar a los demás; debe de existir armonía en Honduras, no debemos aumentar la entropía de la capital; debemos de ser amables, de respetar las señales de tránsito, al transeúnte, a los otros conductores; no debemos convertirnos en un estorbo, tiene que haber conciencia social.
Con el simple hecho de poner las estaciones de buses separadas por un kilómetro una de otra (la gente caminaría en beneficio de su propia salud), la educación vial continua de los taxistas y la regulación de leyes para los motociclistas, el tráfico de Tegucigalpa sería más fluido, sería una belleza manejar en capital; ahorraríamos tiempo y dinero, en vez de estar en colas seríamos más productivos para el país, le haríamos un favor al medio ambiente.
Llegó el tiempo de hacer las cosas bien, ya es tiempo que los hondureños seamos amigos unos de otros; todos debemos fomentar la cultura de la cortesía y la no violencia de Mahatma Gandhi y no tratarnos como enemigos.