Opinión

'Democracia”, un sueño que cuesta caro

¿Cuán distante está la democracia en una nación? Es una pregunta de interés para un país como Honduras, fundamentado desde hace casi dos siglos en ese sistema que hasta ahora no ha podido mantenerse incólume, muy a pesar de las relaciones activas con países altamente democráticos debido a circunstancias de peso internas y externas, como consecuencia de la privilegiada ubicación geográfica por un lado y desgraciada por otro, dejándonos marcadas secuelas, de actitudes ajenas al verdadero hondureño; ese ciudadano respetuoso, disciplinado, laborioso, emprendedor, creyente y patriota, porque si mal no recuerdo nuestros abuelos tenían esas características que poco a poco se han ido disolviendo para adquirir otras características no tan deseadas en el ambiente internacional.

Está claro que no podemos alcanzar el precedente histórico de la democracia, porque nuestra trayectoria republicana no miente y solo registra lapsos de tiempo en los cuales se ha buscado afianzar este afamado sistema de gobierno, pero sí es un hecho que podemos alejarnos de otros sistemas que aún no son clara muestra de un destino ansiado para un pueblo que aspira por mejores condiciones de vida, en paz y en un espectro político complicado, con sectores diversos en constante fricción por alcanzar poder, poder y más poder y otros evitando caer al fondo, al fondo, y más al fondo en el reciente lapso de 29 años y en el presente de casi tres años.

A veces sentimos que la democracia es un ideal fuera del alcance para los hondureños. Todas las democracias del mundo desean darnos lecciones de cómo vivir en ese preciado sistema, muy a pesar que tampoco ellos lo han concretizado, pero han encontrado diversas fórmulas, para por lo menos vivir una vida más segura, decorosa, honesta y modesta y casi en igualdad para la gran mayoría de sus connacionales y para ello nos traen desde alimentos hasta ideas, incluso hasta las teorías de avanzada en las cuales ya somos expertos, pero no las costosas herramientas para la praxis; sin embargo, hay una percepción del insípido éxito que poco a poco la educación de alto nivel está logrando en la lucha por ser demócratas al insertarse en los múltiples campos de la vida nacional.

En algunos casos las democracias del mundo van más allá y se siente una intromisión en algunos hechos, como en temas tan propios como el de restringir el desarrollo de nuestras ciudades con temas urbanísticos primitivos, que impiden la modernidad de la infraestructura para épocas exigentes en rutas hacia el desarrollo.

Somos como un campo experimental de muchas teorías antropológicas, pero en verdad necesitamos que nos permitan experimentar y que nosotros mismos aprendamos, qué no es democracia y cuánta democracia queremos; deseamos que nuestro pueblo en su mayoría, se exprese en el proceso electoral y gobierne con respeto a las necesidades y derechos de las minorías, expresadas en los poderes que rectoran esas responsabilidades en verdadera libertad y transparencia; ese es un gran clamor que se siente en nuestro terruño, un sentimiento que sale de la agobiante situación a causa del gran endeudamiento, como producto del derroche en complicidad con la corrupción afectando a esas grandes mayorías.

Pero los intentos de muchos líderes y autoridades de las instituciones del país son pujantes, se siente en el ambiente nacional esa necesidad de poner un alto, se siente esa valentía para la toma de riesgos hasta de ofrendar la vida para tomar una ruta acertada hacia la armonía, hacia el estado de derecho, hacia la vida republicana, hacia la democracia que nos dé un respiro, para continuar en el desarrollo con calidad humana, de la cual hemos estado desviados; se sienten respuestas de pluripartidismo y de la ansiada libertad, puede sentirse que el barco avanza.

Sin embargo, y lastimosamente también se perciben, se sabe y se conoce, de las artimañas del pasado, de las
malas actuaciones personales y quienes son los malos hondureños, pero como la democracia es para el destino de la nación entera y no es un poder absoluto, estos deberán ser obligados a saltar o a enmendarse y Honduras deberá asumir ese costo, hasta en las cortes internacionales, para lograr afianzar el sistema que manda la Constitución.

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