Ante las cíclicas masacres ocurridas en centros educativos de los Estados Unidos y ante la pasividad de las autoridades federales y estatales para establecer regulaciones legales en cuanto a la compra de armas de fuego -lo que refleja la poderosa influencia de la American Rifle Association, organización que contribuye a financiar la elección de legisladores ante el Senado y la Cámara de Representantes, contando con un efectivo sistema de cabildeo en Washington-, estudiantes de nivel secundario y superior, respaldados por sus padres, han asumido una intensa movilización que los ha llevado a distintas ciudades de su país, buscando persuadir a legisladores estatales respecto a la urgencia de emitir disposiciones jurídicas que limiten la adquisición de armas. Hacen uso de su derecho a la libertad de expresión, encontrando creciente receptividad y apoyo por parte de los adultos.
Dichas protestas, iniciadas en Florida, han logrado ya resultados positivos en ese estado: su gobernador ha firmado la “ley de seguridad pública”, que restringe el acceso a las armas.
La cultura de la violencia y su exaltación, reflejada en películas y programas televisivos, atenta contra los derechos humanos, específicamente contra la vida y la convivencia social, pacífica y armónica. Coloca a las poblaciones en situación de vulnerabilidad e indefensión ante la posibilidad de sucumbir y/o involucrarse en situaciones violentas.
La prevención y regulación jurídica son esenciales para, cuando menos, reducir estas tragedias. También Honduras se ve afectada por la masiva circulación de armas, que exige restringir su compraventa. Recuérdese que el homicidio es la forma de muerte más frecuente en nuestra patria.
Así, no es suficiente que el Congreso legisle para limitar la portación de armas durante la Semana Santa: debe ser mucho más incluyente en tiempo y espacio. Las iniciativas juveniles, cuando propositivas, deben ser tomadas en cuenta por el resto de la sociedad.
Muchas de ellas aspiran a la pacificación, democratización, transparencia, rendimiento de cuentas. No pueden ser descartadas a priori, sin previamente analizar lo positivo y factible que puedan contener. Cada vez las y los jóvenes poseen mayor madurez, capacidad de análisis y crítica constructiva, sirviendo de valioso insumo para alcanzar una efectiva cultura de paz. Ellas y ellos nos recuerdan: “Somos el futuro del presente”.