En Honduras hay más teléfonos celulares que habitantes. Según estimaciones, la población actual hondureña es de 8,296,693 habitantes y según registro de los operadores autorizados, el número de suscriptores a celulares supera actualmente los 8,300,000 aparatos. Una población entera que vive en situaciones existenciales complicadísimas se ha enchufado a estos “juguetes” de la era globalizada radical, que sacudirían la fantasía de Marshall McLuhan, y la propia radio y televisión. Vendrá otra genialidad que desplazará al celular (probablemente la telepatía con recursos impensables, como nos dice un amigo), pero eso será cuestión del futuro.
El celular se ha convertido en un poderoso micromedio de masas en donde la tecnología y la instrumentación electrónica es utilizada por una población indeterminada y heterogénea, para interactuar haciendo de cada segundo un poderoso ensayo de diálogo que fermenta claves de comunicación también masivas. Todo esto no tendría sentido sin precisar que los medios como instrumentos no los convierte en comunicación por sí mismos. Solo son herramientas, antenas satelitales, chips, teclas etc., utilizadas para comunicar o al revés, incomunicar, según el propósito de sus dueños. En la Honduras de muerte, cuando se habla de medios de comunicación, los usuarios otorgan una cualidad inmerecida e impropia a sus propietarios sin razón alguna. En el país más pobre del continente, sobre todo, desde la radio y la televisión comercial, no se comunica, se incomunica, se manipula y desmoviliza a la gente frente a problemas gravísimos del país. ¡Este es el negocio de sus propietarios! y por ello en sus programaciones no está en ninguna parte fomentar valores éticos y construir conciencia ciudadana para una democracia participativa que supere este remedo de democracia representativa y electorera.
El celular, a través del cual se recurre a técnicas diversas como los “mensajitos”, facebook twitters, whats app, blogs, etc. etc., sin duda se ha convertido en una respuesta que reconfigura la vida total, en redes sociales con acciones comunicativas en su correcto sentido teórico y en donde, hasta ahora, millones de emisores y receptores de carne y hueso dialogan con “sonidos de silencio”, a través de multiformas creativas; de mucha imaginación colectiva, superando certeramente los cercos informativos de los medios de difusión tradicional y que permite denunciar atropellos o abusos de poder, v.gr., del “gobierno” Lobo-Juan “Cemento” Hernández, utilizando un humor ácido, como fusil purificador y de catarsis, frente a la violencia y crisis generalizada, que la sociedad completa soporta con estoicismo inaudito.
La comunicación como “feed back” en diálogos activos y cotidiano, ha transformado la tecnología móvil en una herramienta inédita para la promoción de los derechos humanos y la democratización de la comunicación popular de masas, pero a su vez, plantea el desafío de la defensa, también masiva, de estos espacios virtuales que ya tenemos en nuestro poder.