Según el Diccionario Enciclopédico Ilustrado Océano Uno, Pícaro, ra,: “Bajo, ruin, doloso, falto de honra y vergüenza. Astuto, taimado. Dañoso y malicioso en su línea”.
En la obra “José del Valle, antología” de R. Oquelí, encontramos el pensamiento del sabio Valle refiriéndose a los Pícaros, los describe dándonos su idea original y fecunda, con la cual coincidimos y transcribimos íntegramente para su conocimiento, para que conozca e identifique a los Pícaros colados en los distintos cargos (Presidencia, alcaldes, diputados) en las próximas elecciones del 24 de noviembre, y no peque más de ingenuo electoral, o se convierta en cómplice de esos bichos cínicos que se aprovechan de las grietas del sistema en beneficio personal. Mi respeto para los candidatos honestos.
“…no hay Pícaros en ninguno de los tres Reinos de la naturaleza. Los hay en la especie humana. Sabedlo hombres orgullosos. Este es uno de los timbres exclusivos de la familia que se cree primera entre todas las del globo.
Los malos gobiernos, las leyes mal calculadas, las falsas religiones, los usos, las costumbres, los idiomas, las opiniones, los empleos, los oficios, el espíritu de corporación, el calor, el frío, la humedad, la sequedad, la atmósfera, el sistema físico de cada país, influyen en la producción de tantos bichos. En una estación debe haber más Pícaros que en otra, porque en unas hay más que en otras, y las necesidades estimulan a serlo; en unas afecta la máquina de distinto modo que en otras; y las afecciones del cuerpo influyen en las del alma.
Si se pensara en la clasificación de Pícaros se sucederían unos a otros los sistemas, como se han sucedido en la de serpientes y víboras. Uno las clasificaría por las causas que influyen en su producción, otro por la especie y cantidad de daño que causan, otro por la fisonomía política, literaria, etc., con que se ocultan; otro por la pasión que sirven. Al fin se adoptaría el último por ser más nuevo o por la necesidad de fijarse en alguno. Formada entonces la nomenclatura, se observarían a vista de un Pícaro sus caracteres distintivos: se buscaría la clase, orden, género y especie a que correspondiese; y puesto en la que le toca, se sabrían sus artes, su objeto y medios viendo los de su género.
Hay picarillos en la infancia, en la juventud, en la virilidad y en la vejez. Pero el viejo ha observado sus propias picardías, las del hombre viril, las del joven y las del infante; el hombre viril, las suyas, las del joven y las del infante; el joven, las propias y las de la infancia; y el infante sólo las suyas. El viejo es Pícaro más experimentado y por consiguiente más Pícaro.
Uno y otro, el pícaro y el hombre de bien trabajan para poseer el objeto respectivo de sus deseos. Pero el primero dilata, extiende los suyos a todo lo que apetece, cree consumir menor cantidad de movimientos para llegar al término de sus votos; y por la libertad que da a sus deseos y la economía de trabajo prefiere la picardía a la hombría de bien…
El ejercicio es, en esta clase, maestro como en todas las demás. Un Pícaro se vuelva más Pícaro ejercitando la picardía. Un Pícaro conoce a otro Pícaro al momento por una palabra, un ademán, una mirada. Un justo tarda mucho en conocerle; no le conoce hasta después de ser inmolado. Los primeros hablan un mismo idioma. Y los segundos no entienden el de los Pícaros.
Hay Pícaros que desenvuelven en sus planes tantos talentos como los creadores de las ciencias. Hacer que millones de hombres libres fuesen esclavos de un individuo. Las ciencias han sido creadas por pícaros y hombres de bien; y sirven a unos y otros.”, finaliza la transcripción.
El Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, enriquece más nuestro conocimiento al plantear: “La democracia es participación y, si no hay participación, se va asfixiando y desmoronando. Hay que defender la idea de que, si queremos que la política sea decente, hay que llevar a la gente decente a hacer política y no dejar que esté en manos de los pícaros”.
Ánimo, hondureños: saquen sus conclusiones, por sus hechos los conoceréis.