Opinión

PLS, sin perdón ni olvido

27 enero 2010, Porfirio Lobo jura como Presidente. Discursó con exageradas gesticulaciones de seguridad y seriedad. Mintió.

No pudo, no quiso, no hizo nada por cumplir su palabra empeñada en ese lirismo que arrancó aplausos a la esperanza engañada de este “país de mentiras”, sin gobernabilidad. Irresponsable.

Las promesas se honran con capacidad y honestidad del que ejerce el alto honor de servir a la patria. Falló sin remordimiento. Deshonor.

Cuatro años después, en el Estadio Nacional para el traspaso presidencial temeroso emerge por la puerta anti-abucheo. Airoso, antónimo de fracasado, con la sorna que bien lo identifica por lo mal gobernante que fue. Sin duda.

Sin valores que valgan son soberbios, se creen infalibles y sienten que el poder provee neuronas de sapiencia con las que hacen y deshacen sin aceptar reclamos por abusar de la autoridad que recibieron para beneficiar a un pueblo, utilizado para fines aviesos que “garantiza” el absolutismo que practican sin escrúpulos. Ni remordimiento.

El 26 enero, en cadena nacional creyéndonos alienados, para no decir pendejos, nos cuentan los cuentos que ocho millones de habitantes jamás conocimos.

Cierto, se consiguió que Honduras fuera reinsertada en el desconcierto de naciones que nos sentenció sin escucharnos. Era su primera obligación, para eso estuvo allí, para eso se le pagó lo que nunca sabremos.

Lástima que violentó la Constitución que juró cumplir permitiendo la impunidad y la libertad incondicional de quienes atentaron contra nuestro Estado de Derecho y ahora nuevamente amenazan con su anacrónica ideología fracasada con la que ocasionaran mucha inestabilidad. Colusión.

Incontables yerros que gritan por sí solos. Pienso en las miles de víctimas de la violencia que no pudo disminuir ni hacer justicia y por lo que prometió cambiarse el nombre en otra de sus gracejadas que saben a mofa, dolor y llanto de los familiares de esos muertos; 60 mil hondureños del año 2013 que huidos de este “paraíso” sin trabajo ni oportunidades, fueron repatriados; la corrupción gubernamental en su máxima expresión fomentada e inocultable que denunció sin castigar.

Instituciones saqueadas como el IHSS con el que cerró con broche corrupto su gestión presidencial, sin olvidar Salud, Soptravi, Portuaria, ENEE, INA etc.

Insoportable deuda externa e interna por incapacidad administrativa, que hipoteca eternamente a la generación joven más desvalida. ¿Cuál “Cambio ya”?

“Tranquilo y sereno” por su deber incumplido está blindado por la “impunidad nacional” que institucionalizó. Para siempre.

Nunca fue ejemplo de moralidad, honestidad ni capacidad. Hizo hasta lo imposible para ser uno de los dos peores gobernantes de esta Honduras que me sigue doliendo y lo consiguió. Sin esfuerzo.

Se fue con los ahorros de la sacrificada austeridad familiar, jubilado, con sueldo vitalicio y otras canonjías por el mal servicio prestado. Eso no lo contó en el discurso de hace 4 años. Sin perdón ni olvido.

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