Opinión

Tecnologías emergentes

Dedico estas ideas sobre tecnologías emergentes a diario EL HERALDO, por considerarlo un medio emergente en tecnologías aplicadas al periodismo digital, de un formato análogo en su nacimiento en 1979 a un formato Web 3.0 y también impreso. ¿Por qué Web 3.0? Porque en su plataforma (no página, no sitio, no portal) encontramos herramientas como www, e-movil, Twitter, Facebook, rss, blogs, código QR, Apps, e-video, YouTube, delicious, Google +, Linkedin, intensedebate, Google drive, etc.), medios muy valiosos para brindar información y generar conocimientos sobre aspectos económicos, políticos, culturales, religiosos, militares, deportivos, educativos, etc.; De este último haremos algunas reflexiones en su aplicación en Honduras y el mundo.

¿Qué son tecnologías emergentes? En lenguaje popular, se trata de la información conectada en red, en otras palabras, es la tendencia de los individuos a asociarse y relacionarse con los semejantes a uno, estableciendo una serie de categorías entre quienes poseen similitud de conexión. Estas categorías incluyen la edad, el género, la clase, el papel de la organización, y así sucesivamente.

La irrupción de la tecnología ha modificado incluso los contextos cotidianos en que las personas se desenvuelven. Para las generaciones que han presenciado estas transformaciones, urge la necesidad de adoptarlas, adaptarse e implementarlas (si no lo hace es un “saurio” en el siglo XXI); sin embargo, para quienes han nacido inmersos en el nuevo entorno, las tecnologías constituyen una extensión natural, a través de la cual se produce gran parte de las experiencias personales y sociales, como la comunicación, el intercambio, la creación, etc.

Producto de este dominio tecnológico avanzado nacen requerimientos para un nuevo ecosistema comunicativo y de aprendizaje. Entre estos se encuentran la inmediatez, aceleración, accesibilidad, conectividad, atenuación de los límites entre la simulación y lo auténtico (3D), lo público y lo privado, lo lúdico y lo académico. De igual modo, cobran relevancia conceptos como la responsabilidad individual, el análisis crítico, la autonomía, la actualización constante, el shock emocional, intuición, trabajo colaborativo, interacción rápida, pantalla individual y una forma de autoría grupal.

El impacto que ha producido este fenómeno estaría incidiendo en la organización del cerebro humano a través de la neuroplasticidad (hoy se habla de neuroaprendizaje), según diversos estudios mencionados por Small y Vorgan (2008). Esto explicaría que las nuevas generaciones presenten características diferentes a sus predecesoras.

Los denominados “nativos digitales” (Prensky, 2001) poseen habilidades avanzadas en el manejo de las tecnologías y las utilizan habitualmente, al punto de tecnofilia, según informa García A. (2006). Orientan sus actividades laborales, académicas y nuevas formas de entretención, prefieren los formatos multimedia a los textuales, procesan información simultáneamente desde múltiples fuentes, privilegian la instantaneidad, permanentemente comunicados, generan contenidos propios y navegan fluidamente por Internet. Además, utilizan reproductores de audio y video digitales, toman fotos en este formato como parte de su rutina, manipulan, envían y comparten contenidos y son capaces de crear videos, presentaciones multimedia, música, blogs, etc., a través de su computador personal, Ipad o Tablet.

Web 1.0, web 2.0, web 3.0…. ¿qué es todo esto? Pues bien, en los últimos tiempos hemos leído y escuchado a través de videoconferencias con mucha frecuencia (no en nuestro medio, sino en otras latitudes y regiones) alusiones a la nueva web, a la web social, a la web 2.0, al nuevo paradigma, al cambio de una web a otra. Considero que esto es suficiente como para que nos preguntemos, ¿por cuál número de web vamos hoy? Es claro que para ciertos habitantes del mundo digital este supuesto cambio radical pasa inadvertido: la web ha sido siempre así, responden algunos; para otros, en cambio, este asunto es nada más de nomenclaturas e interfaces, pues todo resulta comprensible, es cuestión de aprender y aprender.

La diferencia es lo que podemos hacer ahora con todas estas herramientas, recursos y ambientes digitales a los que se puede acceder. La divergencia está en ese pasaje, a veces sutil, a veces intenso, de una web para ser mirada a una web en la que tiene importancia, valor, peso y significado en la participación del usuario. La frase típica que escuchamos de un usuario o de un navegante de la web “clásica” es “lo vi en Internet”, y la más alta interacción sería “me lo bajé de Internet”. Las frases más típicas de la web 2, o 2.0, de la web social, en cambio tienen que ver con publicar, opinar, votar, comentar, valorar contenidos, comunicarse. “Lo subí a Internet”, por ejemplo.

Esto es precisamente el reto que tenemos todos aquellos ciudadanos que nos desempeñamos como docentes, no importa cual nivel sea. La gran evidencia empírica de que los profesores integramos el principal determinante del rendimiento del estudiante basado en la escuela, es muy cierto. ¿Por qué digo esto? Los profesores hoy debemos estar involucrados en el campo de las tecnologías emergentes (no tecnologías de la información y el conocimiento (TIC). Esto ya es prehistoria) y aplicarlas en nuestro desempeño docente, debemos de estar diseñando y produciendo contenidos para ambientes virtuales (y no boicotear todo proceso de innovación como ha ocurrido con la matrícula en línea impulsada por el Ministerio de Educación), ofrecer cursos online (como lo está haciendo la UNAH desde hace tres años a través de la Dirección de Innovación Educativa (DIE); teorizar sobre ideas tales como conectivismo, comunidades de aprendizaje, neurociencia en la educación, gestión del conocimiento en la era de las redes, etc.; escribir diariamente en el Twitter, Facebook, rss, blogs, código QR, Apps, e-video, YouTube, delicious, Google +, Linkedin, etc.; ofrecer presentaciones en congresos, talleres, seminarios... en fin, hay mucho que hacer.

Todo esto parece marearnos cuando somos analfabetas de este siglo. Aclaro, esto no es el futuro, es más bien pasado y presente; pues bien, este artículo lo pensé como un viaje, un viaje en el tiempo y el espacio, un viaje que a su vez sirva de escenario para reconstruir y narrar una historia digital en un medio (EL HERALDO) análogo, digital, virtual y en línea, un viaje que sirva de soporte para las experiencias de trabajo, estudio y aprendizaje.

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Los profesores hoy debemos estar involucrados en el campo de las tecnologías emergentes y aplicarlas en nuestro desempeño docente. Debemos estar diseñando y produciendo contenidos para ambientes virtuales, ofrecer cursos online, teorizar sobre ideas tales como conectivismo, comunidades de aprendizaje, neurociencia, etc.