Es increíble cuando uno viaja al extranjero a hacer comparaciones respecto a lo que pasa en su país.
Por motivos laborales tuve que viajar aquí cerca: a la ciudad de San Salvador, donde están trabajando también en las vías de un transporte rápido, como el Trans 450 de Tegucigalpa; pero lo que me llamó poderosamente la atención fue que los salvadoreños, aún sin terminar dichos corredores, ¡ya tienen adquiridas en un predio todas las unidades del Trans que utilizarán!
Incluso, conocí un par de colombianos del Transmilenio allá en Bogotá que están capacitando a los futuros conductores. Mientras que aquí en Tegucigalpa están pensando en habilitar esas vías para todos los conductores que a diario circulamos por allí, ya que el dinero para completar la obra se ha de haber gastado en campaña política u otros destinos.
Vale la pena también mencionar que allá el galón de combustible anda por los L 80.00 y aquí ya pasamos los 100.
Qué pena e impotencia da ver cómo en otros lados le apuestan al verdadero desarrollo y no es que esté diciendo que allí no exista la corrupción, simplemente son como el rastrillo que jala y deja, mientras que aquí son como al azadón: todo para adentro, sin dejar nada al pobre pueblo.