TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Lo único que le dejó la siembra de primera al agricultor José Adrián Osorto, de Orocuina, Choluteca, fue trabajo.
Con la ayuda de un vecino cortaron las matas de maíz que solo lograron crecer, pero no dieron fruto.
“Todo lo perdimos por falta de lluvia, fue poco el invierno, solo cayeron unas pocas tormentitas que no fueron capaces de sacar las cosechas”, narró el labriego al equipo de EL HERALDO.
Con pesar mostró un elote, sacado de una mata, que no medía ni diez centímetros y los granos no se desarrollaron lo suficiente, estaba comido por gusanos.
“Uno como pobre siembra para la casa, le da su saquito a los hijos y así lograr pasar”, manifestó.
Detalló que ahora debido al cambio de clima no esperan luna ni fecha, desde ya se alista para volver a sembrar este mes y ver si logra recuperarse en postrera.
“Aquí es triste, porque el quintal de maíz ahorita le está costando casi 700 lempiras, uno con familia y los hijos estudiando se la ve tile, porque este municipio no tiene ayuda de nadie”.
Demandó al gobierno que les colabore con proyectos de riego y cosechas de agua para no sufrir, lo mismo todos los años.
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Afectados
Con una paila de comales de barro en la cabeza, doña Venancia Rodríguez, de 65 años, camina junto a su nieta en busca del pan de cada día.
En plática con EL HERALDO contó que en Liure, El Paraíso, todo se perdió, las matas de milpas están amarillas porque no recibieron agua.
“Se tostaron por el sol, uno esperaba que lloviera, pero el agua nunca apareció, no comimos elotes y tampoco habrá maíz para sobrevivir, estamos preocupados”, afirmó la señora.
“En Liure uno tiene que buscar la forma cómo comer, ahorita la gente está obligada a comprar el maíz porque no sacó nada, para no morirse de hambre hay que ingeniárselas”, manifestó la señora.
En el caso de ella, la sobrina fabrica comales de barro y a pie recorre más de 18 kilómetros para ganarse unos 150 o 200 lempiras.
Con este dinero compra maíz, frijoles y arroz para unos días, mientras logra hacer la siguiente venta.
La abuela aseguró que necesitan ayuda, porque los campesinos están angustiados, la gente no tiene nada para comer y la siguiente cosecha es para diciembre o enero.
“Ojalá que del gobierno se acuerden de estos lados, porque la vida cada vez es más dura”, exclamó.
Sequía
Para lograr cosechar una parte de la milpa, don Ángel Portillo, habitante de la comunidad de Los Jícaros, Orocuina, Choluteca, se arriesgó y sembró antes que comenzara a llover.
“El que sembró después del agua está más perdido, porque no aprovechó las primeras tormentas”, narró el agricultor.
De tres medidas, que daría más de 15 quintales, él solo logró recuperar cinco, perdió más del 60 por ciento.
Ahorita está sobreviviendo porque la cosecha de postrera del año pasado fue buena y guardó.
“Aquí uno se las arregla para comer, hay días que se sufre porque no hay nada, y hasta tener gallinas es un problema porque debido a la escasez no hay maíz”.