TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Por favor, tengan paciencia conmigo, espero poder alcanzar a este mundo loco y rápido en el que vivimos, ayúdenme a regresar poco a poco, juntos podemos llegar ahí”, escribió al mundo entero el hondureño Clemente Javier Aguirre (38), liberado de la pena de muerte hace apenas tres meses, luego de pasar injustamente 14 años de su vida preso en Estados Unidos por un asesinato que no cometió.
Con la frente en alto y libre, Aguirre retomó su vida, pero en 14 años encerrado, el mundo con el que se encontró es diferente, pero a pesar de eso le echa ganas.
“Amigos míos, no puedo usar esto como muchos de ustedes, así que no puedo responderles, por favor comprendan que estuve en el corredor de la muerte durante tantos años que me quitaron la vida, los amo”, detalló el hondureño al hacer referencia al uso de la red social Facebook, que para cualquier persona es sumamente fácil de manejar porque crecieron con ella, pero para él es algo novedoso.
Con un nuevo comienzo en sus manos, Aguirre logró disfrutar una vez más del abrazo de su madre Linda Jarquín, quien viajó a Estados Unidos para verlo, luego de 16 años. La foto del reencuentro la posteó.
En medio de recuerdos atroces, el muchacho no guarda rencor, reconoce que Dios fue su fortaleza y dejó evidencia de esto en uno de los de los dos videos que compartió con sus familiares y amigos, que no paran de animarlo a avanzar.
“Cristo dijo que todos íbamos a ser perseguidos en su nombre, vamos a dejar afuera el odio y vamos a ponernos como ovejas al matadero, no odiemos a nadie, no tengamos envidia, el amor es puro, el amor es sincero, el amor no tiene excusa, si nosotros odiamos a alguien cómo esperamos que Dios nos quiera a
nosotros, tú ves”.
Acto seguido detalló: “Mira tu mamá, tu papá, los que tienen la suerte de tenerlos, no importa de lo que te acusen, de lo que tú hagas, de los errores que cometas, no importan las incertidumbres, los tiempos fuertes o los tiempos malos, Dios está contigo donde quiera que tú vayas”.
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Nueva vida
Aguirre, el joven hondureño que llegó a Estados Unidos indocumentado en 2003, sufrió la peor pesadilla de su vida al ser acusado de asesinar con arma blanca las ciudadanas estadounidenses Cheryl Williams y Carole Bareis en 2004, para luego ser condenado a la pena de muerte en el año 2006. El joven hondureño siempre defendió su inocencia y la compartió con su familia y amigos a lo largo de 14 años que estuvo preso.
La justicia para este hondureño llegó el 5 de noviembre del año pasado, cuando un Tribunal Supremo de Florida anuló por unanimidad la condena y sentencia de muerte luego que el grupo de abogados Innocence Project, que se dedica a investigar errores judiciales, comprobara que la verdadera asesina de las dos mujeres era Samantha Williams, hija y nieta de las víctimas. La mujer ya le había confesado a algunas personas que era ella la asesina, pero esto parecía no importarle hacer eco en la fiscalía.
Ahora, lejos de las rejas del corredor de la muerte, Aguirre se abre paso, disfruta de pequeñas cosas como cocinar una carne asada o unos camarones, incluso admirar la naturaleza, de la que apenas tenía algunos pocos recuerdos.
“Aprender a valorar los bellos momentos que Diosito nos da, aprendamos a valorar el aire, el cielo, te has dado cuenta que si cierras los ojos y respiras profundo el aire tiene olor. Saludes desde Tampa”, comentó Aguirre.
El noble corazón del hondureño no murió en 14 años encerrado injustamente y de las limitaciones que pasó preso ahora quiere hacer que sean ejemplo para hacer bien, prueba de ello es su iniciativa de invitar a desayunar a un vagabundo mientras compartía una salida con amigas.
“Todos salimos felices y llenos de ese lugar”, sonrió el joven. Estar preso acumuló en Aguirre un sentimiento especial para las personas que estuvieron a su lado sin dudar que era inocente y por eso se considera bendecido por Dios.
“Puede que piensen que este tipo está loco, ¿cómo va a decir que fue bendecido? Les digo que, por lo que he pasado, he encontrado amigos maravillosos en todo el mundo y los que obtuve antes de quedarme allí a través del dolor y el dolor conmigo... Cuando hables con tus amigos, siempre diles lo mucho que significan para ti”.
Actualmente el joven hondureño retoma su vida en Estados Unidos y, como él escribe, es feliz con “arroz y frijoles” y agradece ya que “hoy es un gran día solo porque Dios nos dio la oportunidad de luchar por un mañana mejor”.