TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La bomba de tiempo que se temía por la pandemia del covid-19 está por estallar en las cárceles de Honduras.
Los centros penales, pero en especial la cárcel de Támara, que alberga un poco más del 32 por ciento de la población penitenciaria del país, es ya el mayor foco de infección en el sistema nacional penitenciario.
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La crisis se veía venir desde el primer caso reportado el 20 de abril, en la cárcel de máxima seguridad El Pozo I, en Ilama, Santa Bárbara, y hoy es una realidad que causa preocupación en el engranaje estatal.
Según el último informe oficial brindado en cadena nacional por el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager), 121 convictos han dado positivo al contagio de covid-19 sólo en la cárcel de Támara.
Sin embargo, estas cifras distan mucho con las obtenidas por el Instituto Nacional Penitenciario (INP), ente rector de los centros penales.
Según Digna Aguilar, portavoz del INP, “el último dato que se tenía antes de que se iniciara el cotejamiento de estas cifras, era de 79 casos, luego salió un informe (de Sinager), pero no concordaba con lo que se tenía por parte del INP”.
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Asimismo, el INP contabilizó el contagio de tres privados de libertad, internos en el reclusorio de El Porvenir, en Francisco Morazán, cifra que ascendería a los 124 reos infectados, junto a los 121 que analizó Sinager en Támara.
¿A quién creerle? Por un lado está el Sinager, encargado de realizar las pruebas de detección junto a la Secretaría de Salud, pero por otra parte está el INP, que tiene la tutela de los reclusos.
En la última semana fallecieron tres presidiarios sólo en el penal de Támara, todos con sintomatología similar a las del covid-19 y que arrastraban enfermedades crónicas de base, como problemas cardíacos y diábetes.
Es por esta razón que el INP no confirma esas muertes como si fueran a causa de la patología, sino, por otras enfermedades.
“En relación a los fallecimientos que se han dado en las últimas horas, hasta el momento lo que se ha manejado es que las muertes han sido por causas naturales”, aseguró Aguilar.
Los decesos en total ascienden a cuatro, el primero de ellos en El Pozo I, cuyos exámenes post morten (ya fallecido), dieron positivos por covid-19.
Los otros tres fueron de internos de la cárcel de Támara; el primero de ellos se notificó el pasado 4 de junio en el Instituto Nacional Cardiopulmonar del Tórax. En el INP dijeron que él hombre de 61 años de edad padecía de hipertensión y diábetes.
Sin embargo, al momento de trasladarlo, en primera instancia al Hospital Escuela, presentó otros síntomas.
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El segundo expiró en el área médica del penal de Támara, cuando pretendían trasladarlo al Hospital Escuela, por experimentar problemas respiratorios agudos, pero murió antes de trasladarlo, el 8 de junio.
Y la tercera víctima de Támara ocurrió a eso de las 11:00 de la noche del martes de 11 de junio. Un hombre de 44 años, que por presunta falta de atención oportuna, sucumbió en la clínica de Támara, luego que sus compañeros de celda lo llevaron para ser atendido, pero ya era demasiado tarde.
Debido a la agudizada y preocupante crisis sanitaria dentro de los centros penales, la Junta Interventora del INP y de la Secretaría de Salud sostuvieron una reunión para ver de qué manera se la hace frente a la pandemia. Se conoció, que hasta la fecha se han practicado 225 pruebas PCR en la cárcel de Támara y 121 han dado positivas.