TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Uniformado de camisa amarilla, jeans azules y tenis, encontró EL HERALDO a Edison Varela (14), un tímido jovencito estudiante de segundo curso del Instituto Augusto C. Coello, quien dedica su tiempo libre a trabajar halando carretas llenas de provisiones para los clientes de la Feria del Agricultor y el Artesano del Estadio Nacional.
Su faena es el resultado de necesitar dinero en su hogar, “yo todo el pisto que hago se lo doy a mi mamá”, aseguró el niño.
El trabajo es pesado, le toca acompañar a los clientes por toda la feria con una carreta de madera bastante pesada, esperarlos puesto por puesto a que realicen sus compras e incluso verlos comer mientras escogen los productos para su hogar.
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“Ya estoy acostumbrado, llegué cuando tenía 12 años, al principio se me daba vuelta la carreta cuando iba muy llena, pero ahora la puedo dominar más fácil”, explicó el jovencito.
En el recorrido que lo acompañó EL HERALDO, Edison subió y bajo la carreta al menos unas 30 veces, pasando por espacios pequeños, deseando que el cliente apure el paso, compre rápido para poder encontrar otro cliente y ganar más dinero.
“Lo menos que me han dado son 10 lempiras por más de dos horas que anduve, pero es la voluntad de cada quien, otras veces me han dado 100 lempiras, hay días buenos y malos, pero siempre ocupamos el pisto en la casa y me gusta ayudar a mi mamá”, argumentó.
Edison explicó que cuando comenzó el año solo llegaba viernes y sábado al mercado, pero con la llegada del covid-19 ahora son más días.
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“Yo no puedo recibir las clases porque ocupo internet y un celular o computadora, algunas veces puedo y otras no, soy buen estudiante, tengo 89 de promedio, quiero trabajar en un banco, entrar a la universidad y construirle una casa a mi mamá y mis hermanitos”.
A pesar de tener que trabajar, Edison explicó que ha disfrutado su niñez, le gusta el fútbol, pero no va al estadio aunque lo tenga cerca, pues mejor ocupa su tiempo en ponerse al día con las tareas.
El niño argumentó que en un buen día puede ganar unos 250 lempiras, eso sí, los organizadores de la feria les cobran 100 lempiras por usar las carretas, por lo que las pocas ganancias se les reducen más, aun cuando prestan un excelente servicio.