Crímenes

Piadosos con los bandidos

Si en parapetos críticos se riñe la actuación impropia del funcionario, luego se silencia por cualquier pacto o canonjía, estamos frente a un sistema inmora.

27.02.2016

Tegucigalpa, Honduras
Tras pasar varios meses entretenidos en circos de políticos, podemos asegurar que las autoridades de lucha contra la corrupción han dado tregua indefinida a sinnúmero de bandidos públicos implicados en millonarias estafas. Nadie acierta el paradero de más de 400 delincuentes corbatudos dejando profusas dudas de que la ley es cómplice o floja.

Orgías
En los últimos 9 años se ha confirmado la venta ilegal de medicamentos en Salud Pública, el asalto al Banco Central de Honduras (BCH) por unos 40 millones de lempiras, el hurto de millones de dólares de Petrocaribe, el saqueo, estilo orgía, de unos 7 mil millones a la seguridad social, grandes movidas con merienda, zapatos para los escolares.

Referimos los temas más sonados sin relegar nutridas denuncias de colosales fraudes en materia de infraestructura, poblados completos que después del devastador huracán Mitch en octubre de 1998 siguen sin puentes ni carreteras porque un grupo de pícaros “construyeron las obras” en maquetas. Randas de barrio ahora viven en mansiones.

No es posible ni justo que sigamos distraídos en bajos, sistemáticos teatros de políticos que no se cansan de exigir, cacarear moral si de forma directa o indirecta han cometido enormes estafas al erario y las decoran regalando pinches alimentos en bolsitas para pulir sus exigentes manías por hacerse ricos a lomos del necesitado.

Sucios
Cierta prensa es culpable de sembrar la confusión con cómicos alborotando actos de pudrición, dando nombres de posibles corruptos y, luego, aparecen tomados de la mano, aprobando leyes maquilladas, avalando jueces a cambio de gratificaciones. ¿Y los palacios del delito? No hablemos más de esto, por favor.

Postrados por una fetidez añeja que será difícil abatirla si en los templos se honra al corrompido en lugar de reprenderlo. Los medios noticiosos han, sin coartada, jugar un papel dominante, transparente, no exigir sanción para bandoleros públicos si frente al micrófono, la cámara o con la pluma tasan las picardías estatales.

Si en parapetos críticos se riñe la actuación impropia del funcionario, luego se silencia por cualquier pacto o canonjía, estamos frente a un sistema inmoral aplaudido por simulados, con belicosos cuyas tripas hacen ruido según el cliente y el tiempo. El ojo mirón de la población sabe quiénes son. Les fascina lanzar invectivas para vegetar como zares. Cobran por injuriar y por callar. Riñen ilegalidades partiendo códigos. ¡Vividores!

Acróbata
Si quienes dirigieron el saqueo del banco oficial en 2009 para satisfacer caprichos de políticos bandoleros están “legislando”, no es de pasmarse qué una “palillona” siga detenida en una cárcel estadounidense dilatándose su regreso sin mayores explicaciones. Sus saltos los hizo con dinero del Seguro Social.
Merece encierro.

Gran parte de diputados aprobó millonarias compras al Seguro Social, pero la Fiscalía acusó a los proveedores de inflar el precio de medicamentos, equipo clínico de alto costo que está deteriorándose por falta de mantenimiento. Vecinos del régimen pasado se embolsaron el dinero de 700 mil afiliados. De 300 sindicados por el fraude, apenas 11 están presos.

Gustavo Argueta, presidente del Poder Judicial, no había ni calentado silla y juró “justicia expedita”. ¿Siendo director de Fiscales rindió un informe detallado, claro, creíble de su gestión? ¿Su reciente parafraseo coincide con su cauto paso por el Ministerio Público? ¿Sabe que “testigos” beneficiados con la estafa al IHSS son inmoralmente protegidos por la policía?

Palabreo
Argueta antes de ofrendar una ley limpia, rápida, debe revelar por qué estando en la Fiscalía casos con pus se paralizaron. Varios intocables aún gozan de libertad por acomodos. Desde el Poder Judicial ordene engrillarlos, entregue extraditables, para no verse secuaz o padrino del delito.

Grandes forajidos siguen muertos de la risa por jueces traficantes. Que nadie más confiese graves fraudes contra el estado si está calladito en su palacete. La justicia, señor Argueta, se expresa con cárcel, no con la boca