TEGUCIGALPA, HONDURAS.-En el caso que nos tocara mencionar a músicos hondureños que se han inspirado en la diversidad natural de nuestro país para sus composiciones, brotarían nombres como Guillermo Anderson, Mario de Mezapa, Alberto Laínez y el Proyecto Aullador, Sol Caracol, La Katalina, entre otros. Pero casi nadie nombraría a exponentes de música electrónica, mucho menos de la rama experimental.
La experimentación por medio de sintetizadores todavía sigue siendo de lo más underground en Honduras. En ese nicho creativo, quizás el referente actual sea Almanacs, la faceta musical del artista gráfico Wilmer Murillo. Con siete LP, dos EP y un single en el lapso de tres años, Almanacs es el músico hondureño más prolífico actualmente. Aunque su discografía está lejos de los charts radiales, los videoclips en YouTube con cientos de miles de vistas y los Premios Extra, eso no le inmuta en lo mínimo, el ambiente mainstream no es su ecosistema.
La música de Almanacs, que oscila entre el ambient y la experimentación, en gran parte ha tenido su génesis en la polifonía de la exuberante y variada naturaleza hondureña. Eso sí, su música no pretende “reproducir” esa amalgama sonora mediante sintetizadores (como en su momento lo hicieron Kraftwerk y Jean-Michel Jarre), sino imbuirse de esa polifonía natural sin base rítmica condicionante para experimentar más allá del género ambient.
Su más reciente producción es “1992”, título que alude a otros cuya cifra es un año: “1984” de Van Halen, “1989” de Taylor Swift, “1999” de Prince, incluso ya existe un álbum titulado “1992”, del rapero estadounidense The Game.
Esta nueva producción de Almanacs fue lanzada por Templo Animal Records vía Bandcamp el 16 de diciembre de 2019. La masterización la realizó Darío Machado, consta de ocho tracks y dura en total 41:30.
El tracklist
El álbum inicia con la pista homónima, un intro de 2:47 donde una secuencia repetitiva de percusión sirve de basamento para la floración y deshojamiento de sonidos shoegaze generados por sintetizadores análogos.
La siguiente pista, “Aurora distante”, dura 7:06. Con reminiscencias a “Tigra” (2017) y un tempo menos lento de lo usual en Almanacs, el sonido omnipresente es hídrico, una abstracción de una cascada de agua o de una lluvia del trópico de la que emergen sonoridades ancestrales evocadoras de la naturaleza prístina. Un loop del tramo final evoca al utilizado en el epílogo de This Town Is About to Cry, el track inicial del disco Dreaming in Purple.
La tercera pista se llama Taraxacum, de clara referencia botánica ya que es el nombre científico de la planta diente de león. Es el track más largo del álbum ya que dura 7:20. Mantiene la sonoridad pluvial de fondo de “Aurora distante”, solo que esta vez los nuevos sonidos de sintetizadores son como curiosas partículas que flotan en una atmósfera fascinante pero no carente de amenazas latentes, acechantes, indefinidas, por descubrir.
La siguiente en la lista de reproducción es Peripherical, de 4:42 de duración. Esta vez la cortina sonora pluvial ha sido muy atenuada para darle protagonismo a mutaciones sónicas donde lo misterioso y lo melifluo crean una peculiar simbiosis, como los brillos de las gemas en las oscuras periferias cavernosas.
El quinto track de disco es Sundown y dura 4:29. A estas alturas, da la impresión que “1992” es un álbum conceptual, en el que, mediante una reiterante secuencia matizada o atenuada, la pista anterior es una continuación de la siguiente, lo cual contrasta con la experimentación libre de esquemas. Hay un aire vespertino latente en esta pieza, como de preparativo para el cierre de un ciclo, ese que inició con “Aurora distante”.
Calibration es la pieza más breve del LP, de 1:44, un track copulativo, de transición entre dos etapas, de reafinamiento. Musicalmente hablando, es la pista menos interesante del álbum.
El séptimo track es Old Man, de 6:34 de duración. La memoria sonora de la cortina pluvial retorna con nuevos matices, tocada por una variedad de sonidos análogos que provocan en la memoria del melómano lejanas reminiscencias de discos, pistas y músicos. Un sonido como de riff distorsionado recuerda al de 2 Ghosts I de Nine Inch Nails, otros evocan las atmósferas de Oxygène de Jarre, de Autechre y de Eveline Fischer.
Cierra el álbum la pieza Luminaries, de 6:48, un largo outro donde el matiz dominante son los sonidos aéreos -como los del intro-, ráfagas que se alejan hacia el horizonte como círculos concéntricos centrífugos.
En conclusión, un disco con la misma calidad de sus LP del 2019 Dreaming in Purple y Manglares, donde la experimentación deja relucir influencias del shoegaze, el ambient y otros subgéneros, y donde la naturaleza sigue siendo su musa de cabecera.
Novedades de Templo Animal
Desde el compilatorio debut lanzado el 19 de septiembre de 2019, este sello y colectivo musical de música electrónica experimental de América Latina en los últimos meses ha crecido en discografía y nómina.
En octubre anunció la incorporación al proyecto de dos músicos más: el hondureño Olias y el argentino Lumtz. El 28 de noviembre de 2019 lanzó el primer disco individual, el EP It Was So Fast del argentino Matt Cianfo. Y en diciembre lanzó el primer LP de un artista en solitario, cuya reseña acaba de leer.