Francia
Dos esqueletos de dinosaurios, un diplodocus y un allosaurus, fueron vendidos esta semana en una subasta en París por más de 1.4 millones de euros cada uno.
“Un solo comprador adquirió los dos dinosaurios, un particular extranjero” que pujó por Internet, afirmó la casa de subastas Drouot.
Ambos ejemplares superaron con creces el precio estimado. El diplodocus, valorado en entre 450 mil y 500 mil euros, se vendió por 1,443,820 euros (1,781,180 dólares), y el allosaurus, estimado en entre 550 mil y 650 mil euros, fue adjudicado por 1,407,700 euros (1,736,620 dólares).
El fósil del allosaurus, un carnívoro que vivió hace unos 150 millones de años en lo que actualmente es América del Norte y Europa, se conserva en un 60% completo. Mide 3.8 metros de largo, 1.5 metros de alto y cuenta con “60 dientes afilados”, según la casa de subastas Binoche et Giquello.
Su compañero en la venta, un diplodocus “de 12 metros, desde la nariz a la cola”, vivió en el mismo período en la zona occidental de América.
El allosaurus había sido estimado a un precio superior, entre otras cosas por su condición de carnívoro, que le da en principio más valor que a su congénere herbívoro.
Los esqueletos de dinosaurios se han convertido en los últimos años en un objeto de decoración de moda y se venden como si fueran obras de arte, alcanzando sumas astronómicas en las subastas. Otro dinosaurio, un terópodo que mide nueve metros por 2.60 metros de alto, será subastado el 4 de junio por la casa Aguttes en París.
Chile
Un grupo de científicos descubrió en medio del desierto chileno de Atacama, el más árido del mundo, varias “saywas” o calendarios de piedra, unas estructuras que los incas utilizaban para identificar y predecir eventos astronómicos.
El año pasado, cuatro saywas -construcciones de piedra de 1.20 m de alto- fueron descubiertas a unos 4,200 metros de altura en el desierto por científicos, quienes pudieron constatar que estaban perfectamente alineadas con el punto de salida del sol en el equinoccio de otoño y en el solsticio de invierno.
Honduras
Decenas de negros garífunas conmemoraron esta semana el 221 aniversario de su llegada a Honduras, con bailes al son de música de tambores en el centro de Tegucigalpa.
“Somos una cultura viva, de la vida social, política, económica y espiritual de Honduras”, dijo Crisanto Meléndez, uno de los más ágiles bailarines y dirigente del movimiento étnico, durante los actos en el parque central capitalino.
Los bailes a base de movimientos de cadera al son de los tambores, de hombres y mujeres vestidos con colores llamativos, contagiaron a los transeúntes que admiraron las actuaciones.