TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Mi paso por las bibliotecas Blue Lupin ha sido una de las experiencias más significativas y enriquecedoras de mi vida” dijo Meyber, una joven originaria de Lempira que formó parte de la primera generación de niñas y niños lectores del proyecto de fomento de lectura infantil que actualmente celebra los frutos cosechados durante una década.
El Paraninfo Ramón Oquelí de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM) fue el recinto elegido para presentar de manera oficial los “Logros e impactos del proyecto de bibliotecas Blue Lupin” por parte de Plan International Honduras, frente a un auditorio que se reunió para escuchar atento.
Nacida en Lempira en el año 2014, la plataforma ha escalado este 2024 a Santa Bárbara e Intibucá, y ha logrado fundar 41 bibliotecas escolares, 5 bibliotecas públicas, una biblioteca mixta y 4 minibluelupin en 52 comunidades de 15 municipios del Occidente de Honduras.
Allí, donde las cifras hablan de altos índices de pobreza, de violencia, de abuso, de acoso, de embarazo infantil y adolescente, de bajos niveles académicos, de escaso acceso a recursos educativos, el sueño de implantar estas bibliotecas implicaba un reto mayor. Hoy en día, las niñas y los niños se expresan con libertad sobre temas que parecían no poder nombrarse.
“Este sueño no comenzó con los adultos, sino a partir de una decisión consciente que consistió en acercarse a las niñas y a los niños para pedirles su opinión y que ellos nos contaran sus propios sueños para poder crear un modelo de biblioteca desde la imaginación infantil”, describió Fiorella Mackliff, directora de Plan International.
Ella misma agregó que la idea inicial era desarrollar una propuesta para implementar seis bibliotecas, en un proyecto que finalizaría en 15 meses. Pero este continuó y ya han pasado 10 años de trabajo buscando y logrando que aún más niñas y niños del país puedan tener acceso a una biblioteca cercana y creativa, en un entorno seguro.
Por su parte, Anarella Vélez Osejo, titular de la Secretaría de las Culturas, las Artes y los Patrimonios de los Pueblos de Honduras (Secapph), expresó que “nadie que haya puesto sus pies en una biblioteca Blue Lupin no ha salido conmovido. Cuando yo fui a la primera, dije ‘yo quiero esto para mi país’, recordó.
La también historiadora aseguró estar más que interesada en poner todo su esfuerzo para que este número de bibliotecas (que catalogó como “ya importante”) ascienda y llegue a cada municipio de Honduras. “Me comprometo junto con mi equipo a posicionar esta iniciativa a nivel nacional”, dijo.
Y es que entre niñas y niños que han leído más de 500 libros y cuyas vidas hoy en día son diferentes, el poder de la lectura ha demostrado que transforma, edifica y permite a las poblaciones desarrollar su mente, su criterio y a su corta edad no solo disfrutar de una buena lectura, sino construirse un futuro provisorio y alcanzable. Así lo evidenció Meyber al subir al estrado.
“Por medio de las diferentes actividades que se desarrollan en las bibliotecas tuve el privilegio de conocer a niñas y niños que habían leído más de 500 libros y cuyas vidas hoy en día son diferentes gracias a ello. Yo misma recuerdo lo tímida que era, pero también recuerdo cómo pude alzar mi voz”, expresó con suma dignidad la ahora estudiante de 20 años de edad.
“En cada uno de los libros que leí en la biblioteca Blue Lupin de mi comunidad, cada conversación era mágica. Cada experiencia que viví sigue viva, tuvo y tendrá un impacto verdaderamente importante en mi existencia. Estoy segura que sin el conocimiento que adquirí allí, no tendría el vigor para avanzar”, agregó.
La originaria de Lempira recordó cómo estos espacios seguros abrieron nuevos caminos en comunidades donde antes “no había nada”. “Nosotros no sabíamos nada sobre la lectura, éramos niñas y niños muy tímidos, con miedo, que solo sabíamos y creíamos en lo que nos contaban nuestros docentes”, compartió.
Asimismo, afirmó que ahora cada uno de los niños y las niñas que se han formado y se siguen formando en las bibliotecas Blue Lupin tienen una voz fuerte con la que pueden defender sus derechos y dar a conocer sus ideas. “En las bibliotecas aprendimos a soñar, pero también a luchar por nuestros sueños. Aprendimos que el mundo es muy duro, pero que es más fuerte nuestro espíritu”, reiteró.
Y poco antes de finalizar su conmovedora participación, Meyber recordó que este proyecto le ha dejado un regalo de por vida. “Agradezco que después de 10 años puedo decir que nada ni nadie pudo ni podrá robarme todo el conocimiento que tengo gracias a los libros”, finalizó.