LA PAZ, HONDURAS.- Allá por 1989, en un autobús que daba tumbos por los laberintos de los mercados de Comayagüela, leí el libro “Las órdenes superiores”, escrito por el poeta José González.
De entrada, “Las órdenes superiores” me recibió con un puñetazo que me dejó mareado no por un momento, sino de por vida: “Monólogo de Roque Dalton”.
Los versos sobre el asesinato de Dalton le valieron a González el Premio Latinoamericano Plural de Poesía 1984 otorgado en México.
González, una especie de gurú de jóvenes escritores a los que anima, corrige, coscorronea, vuelve a animar, vuelve a corregir, vuelve a coscorronear, también ganó el Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa”, es promotor cultural, autor de más de treinta y dos obras y coleccionista de fotografías antiguas.
Aunque nació en La Lima, vive desde siempre en La Paz, ciudad que estaría dispuesta a cualquier cosa, hasta de iniciar la tercera guerra mundial, con tal de no dejarlo ir.
Pues bien, ese poeta con barba de profeta o de guerrillero jubilado, recibió un homenaje en la Casa de la Cultura. Allí estaban alumnos del Centro Básico “Ramón Rosa” y cadetes de la Academia de Policía. Por cierto, el alcalde no llegó...
González, además, fue acompañado por los poetas Luz Mary Giraldo (Colombia), Aura Guerra-Artola (Nicaragua) y Heber Sorto (Olanchito, el poeta niño, como le llama cariñosamente el homenajeado).Yo tuve el honor de estar allí, sentado a la par del poeta González y no me lo creía.
La Paz, Tegucigalpa, Cantarranas, Talanga y Comayagua son las cinco sedes del Festival Tegus sí Canta, organizado por Fundación La Chifurnia. El evento, dedicado al maestro Livio Ramírez, cuenta con la participación de poetas de Colombia, Holanda, México y toda Centro América, y se desarrolla en escuelas y barrios con el objetivo de acercar la literatura a la gente.
Patrimonio hondureño
“José González no solo es patrimonio de La Paz; es de toda Honduras. Su aporte a la cultura del país es valiosísimo, inigualable.
Es un honor para nosotros organizarle este sencillo pero significativo homenaje”, dijo Carmen Velásquez, directora de la Casa de la Cultura.
“El poeta González es como un padre literario para mí. Desde que yo era un muchacho prácticamente me adoptó como discípulo. Fue muy exigente conmigo, me daba libro tras libro para que los leyera y eso es algo que yo nunca dejaré de agradecerle”, dijo Heber Sorto.
La sala se llenó de “Canto de pájaros” (versos de Luz Mary Giraldo): “Piden un canto de pájaros, un arco iris en palabras”; de “Maullidos de gatos” (versos de Aura Guerra-Artola): “Desde que enviudé me dicen La señora de los gatos, pero solo tengo dos”; de “Vuelo de mariposas” (versos de Heber Sorto): “Crecí imaginando mariposas en las bisagras de la casa”.
Yo leí el relato de “Messi, cerrá un rato los ojos”, con la esperanza de que los jóvenes policías capturaran a los asesinos. La tarde, sin embargo, fue del homenajeado.
“Todo lo que hay en la vida se puede convertir en poesía. Yo transformo en versos lo cotidiano”, se arrancó José González. (Por cierto, gracias por dedicarle “La mujer que madruga” a mi esposa).
El poeta nos hizo reír con sus anécdotas y luego, con su voz grave, leyó sus poemas y nos robó el corazón. Cosa que ya es una costumbre en él...