TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La moneda nacional de Honduras lleva su nombre, su figura ha inspirado esculturas, pinturas y representaciones artísticas de todo tipo, mientras que el mítico relato de su heroica y trágica muerte resuena cada julio y septiembre.
El cacique Lempira ocupa un perpetuo lugar en el llamado “Panteón de la Patria”, ese que también pertenece a Francisco Morazán, Dionisio de Herrera, José Trinidad Cabañas, José Cecilio del Valle y José Trinidad Reyes, figuras insoslayables en la construcción de la soberanía nacional y protagonistas de la historia de Honduras.
“Lempira fue el último en sumarse a este grupo del reconocimiento, producto de la revolución mexicana de 1910 y del indigenismo que luego se generalizó en la década del 20. Y en 1927, cuando se generó la discusión sobre cómo llamarle a la nueva moneda, si Lempira o Morazán, el primero ganó por mayoría de votos. Esto ejemplifica que su exaltación fue producto de un puje regional alrededor de valorizar ese pasado indígena”, explica el historiador Edgar Soriano.
El aguerrido indígena de origen lenca gozaba del respeto de su pueblo por su liderazgo, agilidad y táctica en el campo de batalla, facultades que se explayaron aún más en la lucha contra los españoles.
Según la historia, organizó a más de 200 pueblos lencas para resistir la invasión. Y aunque finalmente fue derrotado y asesinado, su valentía y fuerza lo convirtieron en símbolo de resistencia y libertad.
Fue por su pueblo
“El Estado pasó a llamarlo el primer defensor de la soberanía, petrificando el discurso de soberanía alrededor de una narrativa territorial. Lempira defendió los intereses de su pueblo, la coalición de poblaciones indígenas que él lideró para enfrentar a las tropas españolas era una rebelión por defensa de su tierra, su cultura y sus derechos como aborígenes del espacio territorial, no de Honduras como Estado”, señala Soriano.
Lo anterior no desmerece el papel de Lempira en el desarrollo de la historia del país, pero sí lo sitúa en un lugar justo, arraigado a lo que realmente representó su figura para su gente.
Su nombre no solo representa la resistencia indígena ante la colonización, sino que también encarna el espíritu de lucha de los pueblos de América Latina en su búsqueda de justicia, libertad y autodeterminación.
Su ejemplo inspira a las generaciones actuales a recordar y honrar el pasado, mientras trabajan por un futuro más justo y equitativo para todos los hondureños.
Una fecha para venerarlo
El 20 de julio fue establecido como el Día del Indio Lempira en 1948, durante la presidencia de Juan Manuel Gálvez. La fecha fue seleccionada para destacar y rendir homenaje a este héroe nacional y, más ampliamente, para reconocer y valorar la herencia y las contribuciones de los pueblos indígenas de Honduras.
Los hechos de la muerte de Lempira continúan generando debate entre los historiadores hondureños. Una muerte a traición, un enfrentamiento cuerpo a cuerpo y una versión unificada de ambos casos coexisten. Sí se apunta a que Lempira murió en el cerro Congolón, en el departamento que lleva su nombre.
