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“La bitácora del Mayor Tom”: poesía narrativay cultura pop

En consonancia con la lírica contemporánea, Armando Maldonado propone una poesía narrativa, que se vale de múltiples recursos y se genera a partir de la complicidad con el lector y su contexto sociocultural
19.09.2023

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Armando Maldonado se ha sumado con su poemario “La bitácora del Mayor Tom” a una extensa tradición que refiere a este personaje creado por David Bowie, el Mayor Tom, que va al espacio y pierde la señal, sin nada más que hacer, solamente contemplar nuestro planeta o las estrellas.

Que haya una referencia tan clara y lírica le aporta de inmediato un tono poético particular a cada verso que compone el texto.

En consonancia con la lírica contemporánea, Maldonado propone una poesía narrativa, que se vale de múltiples recursos y se genera a partir de la complicidad con el lector y su contexto sociocultural, es decir, entre más conocimiento de mundo tenga el testigo del poema, más le dirá. Por supuesto, que esta es una cualidad de casi cualquier texto; sin embargo, en la poesía moderna es una característica bastante acentuada.

La estructura del poemario favorece la narratividad, se comienza con el conteo, y la historia (que necesita de la intuición del lector) avanza entre las bitácoras del Mayor Tom (propuestas en primera persona) y poemas relativos al despegue (propuestos en tercera persona), hasta que se pierde la señal. Ha concluido, entonces, la primera parte.

Además, el autor se vale de recursos gráficos para reforzar y generar nuevas aristas narrativas. Todo aporta.Como si hablara del mundo que dejó aquí el Mayor Tom, la segunda parte del poemario es menos narrativa y más reflexiva, incluso con un aliento apocalíptico, no en el sentido fantástico o religioso de la palabra, sino en su dimensión realista, esa que nos hace sentir en el mundo real, que vivimos, por lo menos, los últimos días de la humanidad.

En “La bitácora del Mayor Tom” las referencias mitológicas, como el Minotauro, representado en una magnífica imagen en la que el mito dinamiza y dimensiona las llamas: “Los barrios polvorientos levantarán los ojos / ante el minotauro de fuego / que alzará en el despegue, / meteoro en retroceso...” (pág. 16), se mezclan con las referencias a la cultura popular, que no deja de ser una nueva selva mitológica. Se suceden así Eva Braund, Benny Goodman o incluso objetos como un “Cabernet Sauvignon”, y por supuesto el mismo Mayor Tom y su creador David Bowie.Maldonado utiliza imágenes que rozan la metáfora o bien metáforas ancladas en cualidades gráficas: “La nave es un listón de fuego / que escribe canciones por el aire” (pág. 17).

En otros casos la imagen ayuda a explorar la profundidad del discurso: “De pronto me doy cuenta de que todo pájaro / tiene el poder de dejarme ciego / cuando vuela cerca del sol” (pág. 43), del mismo modo que: “Salgo a la calle bajo una tormenta de fuegos artificiales” (pág. 48).

No se abandona la armonía, construida a veces a través del sentido y en otras mediante el léxico: cometa, turbulencia, despegue o estrellas son algunas de las palabras con las que se construye un camino que tiene como dirección el espacio.

Hay en el poemario dos versos que son particularmente destacables: “La soledad es solo un espejismo de la altura” (pág. 29), en este caso debido a la continuidad que guarda con los versos anteriores y el resto de los poemas. Esta metáfora por sí sola no tendría tanta fuerza, es decir, cobra valor entre el trabajo que la rodea.Por su parte, en los versos: “Nunca pude comprarle una bicicleta y por eso busca el espacio, / porque nunca conoció la ciudad” (pág. 24), cuyo yo lírico parece alguien de la infancia del Mayor Tom, además del trabajo de la ironía, se desprende la que es posiblemente una de las reflexiones más evidentes del poemario: quien ha carecido incluso de lo poco, es quien ansía y desea hacerlo todo.

Y para concluir con las ideas que sugiere el texto, la sexta y última bitácora del Mayor Tom, cierra así: “Y aunque nadie me escuche ya... / acá el Mayor Tom / cambio y fuera” (pág. 36), en otras palabras, aunque nadie nos escuche, aunque nadie nos vea, aunque a nadie le importe, nosotros actuamos como si nos reportamos y decimos “cambio y fuera”. Olvidamos lo solos que estamos.