Una leyenda de piratas se teje en la península de Punta Sal.
Según cuenta la tradición, en una cueva ubicada en medio de la costa está el secreto para que una pasión de verano se convierta en amor verdadero. Se trata de la cueva del amor, donde según los pobladores si una pareja recorría los casi 100 metros de camino nadando juntos, su amor sería eterno.
Este relato novelesco atrae a muchas parejas y decenas de escépticos a probar suerte y nadar hacia el romance que envuelve a esta pequeña cripta ubicada en uno de las paraísos marinos de las costas de Tela.
La península esta rodeada por un sistema de ambientes terrestres, costeros y marinos que son el escenario perfecto para tejer historias fantásticas.
Punta Sal puede considerarse un territorio virgen pues debido a su aislamiento geográfico posee sabanas inundadas, pantanos, manglares, playas rocosas, playas arenosas, bosque húmedo tropical, altos farallones rocosos, canales, lagunas costeras y fondos marinos con arrecifes coralinos.
La exuberancia es un calificativo que se queda corto para describir los parches de bosques primarios locales que son el hogar de especies de plantas y animales como el manatí, cocodrilo, tortugas marinas y aves acuáticas y terrestres.
Una de las aves que más es admirada por los intrépidos que deciden zarpar desde el puerto de Tela hacia el parque es el pelícano, a la cual es común encontrar en bandadas reposando sobre las formaciones rocosas que sobresalen del mar.
Y los dueños de un cautivar simpático son los monos aulladores que tienden a asomarse entre las ramas de los árboles del bosque que han conquistado, el cual fue bautizado con el nombre de su especie.
Estos residentes permanentes son una pequeña muestra de las más de mil especies que alberga esta porción de 500 kilómetros cuadrados del Parque Nacional Jeannette Kawas, denominada Punta Sal.
Encanto
Las seductoras playas se funden con los ambientes terrestres del parque donde los recorridos por senderos adornados con puentes de madera brindan a los turistas la oportunidad de visitar un edén natural.
En las típicas casas habitan más de 6,000 personas que pertenecen a grupos étnicos bien marcados, como el garífuna, que se asentó en la zona costera, y los ladinos o mestizos, que se han arraigado a la zona desde diferentes lugares del país.
La diversidad cultural permite a los visitantes apreciar los ritos de culturales ancestrales y una amplia gastronomía.
Un suculento pescado frito o camarones acompañados de tajadas de plátano son el majar por excelencia de la zona.
Una vez que se han recargado baterías con las delicias locales, los aventureros pueden hacer snorkeling entre los hermosos arrecifes de coral, explorar cuevas, visitar los farallones de anidamiento del pájaro bobo y las fragatas, hacer senderismo en el bosque húmedo o simplemente relajarse en las playas más hermosas de Tela.
Sumergirse en las seis playas aledañas es un regalo único, además el ambiente es propicio para pescar, además del amor, peces para la cena.
Pero si decide adentrarse en el bosque del parque Blanca Jeannette Kawas, prepárese para compartir su día con los habitantes de este mundo salvaje donde jaguares, boas constrictor, el pitón y los monos aulladores son los reyes del mundo animal.
Cuando se desea combinar la pasión con la aventura Punta Sal es la ruta.