TAICHUNG, TAIWÁN.- En el centro de Taichung, la tercera ciudad más grande de Taiwán, se levanta una curiosa edificación: el Teatro Nacional.
El cual se impone con una fachada que rompe la estética del resto de edificios y que durante los primeros segundos me obliga a recordar jarrones de barro gigantes.
Desde el exterior me deleitan sus paredes curvas de concreto y los enormes ventanales de cristal que adornan majestuosamente el edificio, sin imaginar que en el interior es donde comienza el verdadero viaje transformador, que según su propio arquitecto produce sensaciones únicas. Y tiene razón. Su fisonomía interna es impensable.
El teatro tiene seis pisos que se pueden observar en un solo vistazo. No hay columnas ni vigas visibles, su estructura depende únicamente de 58 paredes curvadas que fluyen hacia los techos sin límites claros que las dividan.
LEA: En Taipéi, el cielo se une con la tierra
Una obra arquitectónica tan compleja no puede edificarse a la ligera. Los retos del proyecto fueron tantos que la construcción se alargó durante siete años; aquí ninguna de sus características es antojadiza.
El espectacular diseño es obra del arquitecto japonés Toyo Ito y es una clara alegoría de la naturaleza, inspirado en rocas, cuevas y agua; un espacio donde todo fluye sin límites. Incluso él mismo lo bautizó como la “caverna sonora”.
Una vez instalada, una amable joven taiwanesa se presenta y dice que será mi guía. De inmediato me coloca un sistema inalámbrico en el que puedo escuchar sus explicaciones con un perfecto español. Ahí conozco más detalles.
Las cavidades actúan como un regulador térmico, en consecuencia, las paredes sirven como ecosistema vivo que recicla continuamente el agua lluvia, controla la temperatura y la radiación en el interior de la joya arquitectónica.
Todo el inmueble está repleto de orificios de aire que permiten que el teatro respire durante el día los rayos del sol, el calor y la luz natural. Por la noche, a través de los mismos agujeros la luz amarilla impregna el ambiente del teatro por dentro y por fuera regalando a los visitantes una atmósfera reflexiva y romántica.
La edificación ocupa 36,000 metros cuadrados y se divide en una sala principal para 2,014 personas, una para 800 y otra más para 200. Contiene además salas de ensayo, comercios, restaurantes y un verde jardín en la planta superior.
El Teatro Nacional de Taichung es ascentral y moderno a la vez. Aunque su diseño es tan sofisticado contrasta con su verdadera misión: reproducir las formas de arte más elevadas para la sociedad de Taiwán, entre ellas la tradicional ópera que solo puede personificarse con dramáticos maquillajes y llamativas vestimentas.
Distribución
Un total de 29 “cuevas” conforman el complejo edificio. En todas, la fluidez del sonido y la luz natural son la principal atracción. Llaman poderosamente la atención los tres imponentes teatros, identificados por color, que florecen en su interior.
El rojo, denominado Gran Theater (Gran Teatro), es un espacio elegante disponible para musicales y óperas. En el segundo piso sobresale el Playhouse (Casa de juegos) teñido completamente de azul. Aquí la audiencia disfruta presentaciones más modernas y conciertos.
Finalmente está el teatro Black Box (Caja Negra) un espacio que ofrece una conexión íntima entre el público y los intérpretes. Este se convierte en mi favorito gracias a su diseño ingenioso que le permite conectarse con el Teatro al aire libre, un espacio verde en el corazón de un país tecnológico.