Exigimos “cambios” y permitimos, adrede o no, que estos descarados se hagan un nudo para someternos al atraso y a sus barbaries.
No es andarles con tientos. Aquí unos alzan emporios de la noche a la mañana y medio mundo calla o se congratula. Reptiles los veneran como grandes señorones (as). Los juzgan “inteligentes” mientras, a lo pícaro, fortifican sus negocios. Aplastan sin piedad al de abajo usando diversas tretas. Hablan de moral, pero sus burós están llenos de pecados.
Sucios
Los cínicos están por todos lados. Los de siempre andan en política, cobijados por sectores pudientes de cierta empresa privada peligrosa, capaz de montar campañas de infamia contra todo estorbo para sus oscuros apetitos. Tras ellos está un fuerte tablado que usa varios medios para intimidar y acusar de perversos a quienes no lo son. Así tienen al país.LEA: ¡Espías!, el artículo de Octavio Carvajal
Si las cárceles están llenas de bandidos de toda calaña, en finos pasillos hay sinfín de vestidos que engañan con cátedras de conducta, camuflados en serios cargos financieros, en política, montando teatros donde claman a un “dios” violentando la palabra sacrosanta. Solo sus voces dicen la verdad.
Quien los desafía, son tarifados de JOH. Aparte de solapados, son cobardes.
Nos ahogamos para que floten quienes se peinan el país entero y, de remate, nos exigen que les llamemos “honorables”.
No solo roban los políticos, también nos hurtan el pisto en el nombre de Cristo para asegurar a sus hijos. El hedor es general. Si la corrupción tiene en harapos al gentío y ricos a unos pocos, la coca se la meten quienes critican a los narcos. Paradójico, pero es una realidad.
Togas
Todos, lógico, los bandidos de corbatín, políticos, ladrones del fisco, malos dirigentes obreros, gargantas profundas y diablos en iglesias, entre muchos, buscan vanamente purificarse con una hostia. En cambio, Dios los sacudirá tarde o temprano, nadie se irá sin pagar sus picardías. Purgatorio les espera con todo y sus cómplices, hasta sotanas caerán. Todos, lógico, los bandidos de corbatín, |
Como dijo el pintor de murales, el graciano César Rendón, “Honduras es una cuartería, aquí todos nos conocemos”, así de seguros estamos que el disfraz de todos ustedes se hundirá a pedazos un día. Ni así pongan a sus hijos, a sus mujeres de reemplazos, el ajuste de cuentas está a la vuelta de la esquina. Los petates irán al infierno con todo y sus rastreros.
“Quiero pedirles a todos aquellos que se sienten tentados a usar las armas para quitarle la vida a otras personas, piensen, por favor, al menos déjennos una tregua en esta Navidad”, dijo el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga antes de caducar 2019.
Raro recado, aunque creemos que ningún delincuente, ni el de calle ni el trajeado merecen un compás de espera. Que los púlpitos no sirvan nunca más de tapadera de pandilleros, de corruptos, de malos empresarios ni de lenguas viperinas.