El pasado 20 de agosto se lanzó la convocatoria al III Festival de Cortometrajes con Temática Ambiental Acción Verde. Cuatro meses después, el 20 de diciembre, se desarrolló la premiación. ¿Cuál fue el corto ganador? ¿Qué piezas conformaron la Selección Oficial?
La Selección Oficial 2019
“Si un árbol cae” es el corto de José Jorge Matute, ganador en 2017. Inicia con un abuelo y su nieta desconcertados por el paraje desértico que los rodea. Enfermo, lamenta no haber hecho nada en el pasado y pide una segunda oportunidad. Retorna al momento en que venden una inmensa zona protegida... y esta vez se rebela.
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Su ejemplo impacta positivamente en su pequeña nietecita, que estudia muchísimo para, en el futuro, vencer en juicio al codicioso depredador del ambiente. Un ejemplo de que quien ríe de último ríe mejor.
Frangier Castillo escribió y dirigió “Vagos”, término ambiguo que alude tanto a los desocupados como a los que son expertos en algo. Una tarde, unos amigos nadan en un apacible paraje natural del sur. Uno de ellos descubre un basural entre los manglares.
Cuando los demás se enteran, el chavo del grupo que estudia Ciencias Naturales les explica los serios problemas que acarrea la contaminación de su comunidad. Al final emprenden una labor de limpieza que va involucrando a más gente.
“Yo soy ‘La Naturaleza’”, de Dowal O’Reilly, es un clip de tres minutos que sonoramente alterna reflexiones y cantos de “La Naturaleza” hacia la humanidad, y que visualmente alterna tomas de video de las bellezas del país con fotos bajadas de Internet donde se evidencia la infestación de desechos a niveles alarmantes.
“Una oportunidad más” es un clip de tres minutos dirigido por Carlos Garrido en el que una voz en off reflexiona acerca de nuestro rol en pro del cuidado ambiental, adornado con tomas de corte turístico de nuestras bellezas naturales y al son de música conmovedora.
Merphram Alfredo dirige “Guaz”, ficción en el que una joven corre desesperada por el bosque. Sedienta, no halla agua en una cantimplora, pero sí en un riachuelo. Tras saciar su sed, un temor repentino le abruma. Vuelve a correr desesperada, queda en shock al ver tantos árboles talados... y abre los ojos (literal y figuradamente).
Edin Pineda dirige y actúa en “Perdiendo la vida”, corto sobre la severa escasez de agua que sufrimos los capitalinos. Tres amigos, desde sus respectivas casas, vía mensajitos comentan en tono jocoserio sobre esa problemática. Uno de ellos le señala a su amiga sus malos hábitos para que evite el derroche.
“Empieza por ti” lo protagoniza un niño que, en plena faena matutina previo a la escuela, oye noticias sobre desastres naturales como consecuencia de la basura acumulada. Se pregunta cómo una simple bolsa plástica que alguien tira a la calle puede causar tanto daño.
Tras la explicación de su padre, comprende la magnitud del problema y decide tomar manos a la obra con pequeñas acciones que comparte en su escuela y por redes sociales para crear un efecto multiplicador.
Celeste Valle escribió y dirigió “El legado”, ambientado en un futuro contaminado en que la gente sobrevive usando máscaras. Una joven relee un diario íntimo que le legó alguien cercano en el que se narra cómo era de hermosa la vida cuando había naturaleza. Ante el presente sin esperanzas, la joven anhela abandonar ese infierno de polución y reencontrarse con ella en ese paraíso verde.
“Clade” fue escrito y dirigido por Brian Banegas. Un hombre procede a pescar a la orilla de un río con el fin de obtener la comida del día, pero lo único que va extrayendo del afluente son desperdicios de plástico y otros materiales de un solo uso.
Esa pesca frustrada le revela la seria problemática ambiental que está padeciendo el planeta.
Ángel Maldonado se hizo cargo del guión y la dirección de “El día del árbol”, un ingenioso corto de ficción en el que el narrador omnisciente, lejos de limitarse a contar lo que está aconteciendo, en plena exposición en un aula sobre el Día del Árbol revela ante todos los deslices de la expositora, de sus compañeros y hasta del profesor (Jorge Osorto).
En plena reyerta, la voz en off también les desenmascara su indiferencia al medio ambiente al exponer los malos hábitos de cada uno, para que tomen consciencia.
“Danza de colibríes” es un corto documental de Boris Lara (director del largometraje “Cipotes”) que se adentra en la reserva natural privada El Consejero en Yamaranguila, Intibucá.
Allí don Julio César Bu, propietario y guía ecoturístico, nos cuenta acerca de ese refugio de colibríes y de cómo espacios como ese nos recuerdan las preciosidades que nos regala la naturaleza, siempre y cuando sepamos cuidarla.
Y en el corto “2050”, un joven tiene una ensoñación en la que una familia en el 2049 discute por la poca agua disponible y la búsqueda de culpables, enmiendas sin eco y soluciones definitivas. Dirige Armando Rosales, ganador en 2018.
El palmarés de la tercera edición
El Premio del público se lo alzó “Si un árbol cae”. En el estreno de las categorías histriónicas, el Mejor actor recayó en el pequeño Gabriel López Martínez por “Empieza por ti” y la Mejor actriz fue Naomy Munguía por “Guaz”. La Mejor edición fue la del corto “2050”, en tanto que el Mejor guión fue el de “Empieza por ti”, el único corto que se llevó dos galardones. Y, finalmente, el premio al Mejor cortometraje del Festival fue para “Danza de colibríes”.
Lo que se debe mejorar
Si bien es un gran logro que Acción Verde haya desarrollado tres ediciones ininterrumpidas e incrementado las categorías a premiar, hay tres aspectos puntuales que, de solventarlos, le darían mayor impulso.
La recepción de cualquier tipo de cortometraje, enfocándose sólo en el mensaje ambiental, da lugar a una disparidad de géneros en contienda en las que algunas piezas quedan en desventaja por los géneros predilectos del jurado. Si se premiara por separado la ficción y el documental se evitaría ese impasse.
Ese podio forzado de designar a la Mejor edición como tercer mejor corto y al Mejor guión como segundo mejor corto del certamen no tiene sentido.
Finalmente, los cortos galardonados en las tres ediciones deberían exhibirse en muestras itinerantes en escuelas y centros culturales del país, para que la concientización llegue a todos. Poco provecho se le saca a esos mensajes ecológicos si al final de cada certamen los cortos entran en modo hibernación hasta la próxima convocatoria.