TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Después de un cuarto de siglo —de discreto pero fructífero silencio—, en el que paulatinamente se embarcó en un “proceso de observación, disertación y diálogo”, la pictórica disruptiva de Víctor López ha resurgido en “Huellas de sangre”.
Fijada en Galería Orígenes, el meollo de la pintura de López —de las más señeras figuras de la escena plástica hondureña entre los 80 y 90— es un impulso por la simplicidad formal y su cavilación de la condición humana.
Y sin estar exenta del estruendo que siempre causaron sus obras por su capacidad de condensar las críticas sociopolíticas más corrosivas, a grandes rasgos, según el crítico de arte, Carlos Lanza, “Huellas de sangre” es “la frescura de su lenguaje; la renovación de sus propios códigos pictóricos”.
“Nos encontramos con una visión muy sentida, muy humana de los acontecimientos trágicos que vive el mundo actual (...). Por un lado reafirma la tradición de la pintura hondureña, pero al mismo tiempo la renueva ”, agregó. López revalida su visión gracias a una obra sólida, atesorada durante décadas y que se reveló por última vez hace 25 años en “Rendijas de la memoria” (1997).
“Esta pausa me dio el espacio de madurar la temática y estructurar la exhibición. Todo fue pensado al detalle. Valió la pena hacer esperar y hacerme esperar”, dijo, sin ahondar en razones, sobre su aletargado silencio.
Un maestro del dibujo, planos cromáticos en contraste y espacios monocromáticos, en “Huellas de sangre” crea asimetría e infinitos movimientos. Sus pinceles produjeron configuraciones minimalistas, pasando del blanco y negro, hasta caer en una exploración del color.
En el margen de creación, que demoró cerca de tres meses, el pintor, curtido en la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA), da valor al trasfondo por encima de la configuración. “A lo largo de mi trayectoria le he dado prioridad a la temática; tras ella va el color y la forma”.
En el plano pictórico, según el autor, su obra inaugurada el pasado 5 de septiembre ha rebrotado acuñando una evolución intrínseca. “He tenido una evolución artística. Hay piezas colmadas de color, mientras que en otras trato de pelear con el color y opto por espacios neutros, blancos o grises. En ‘Honduras tus muertos’ (una de las diez piezas que conforman esta muestra individual), por ejemplo, quizá he logrado una síntesis. Logro transmitir mi cometido sin mucho color y dibujo, solo hay dos o tres figuras y está todo el discurso dicho”, apuntó.
Y para ello su visión —entre la escala modesta sobre un lienzo que complementa con pintura acrílica— se mantiene inalterable: “para un artista que se haga llamar como tal, no es lógico pasar por alto lo que ocurre dentro y fuera del país. En esa exhibición, ambos escenarios crean sinergia”, concluyó.