TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Desde hace poco más de dos décadas Brian Pagoaga decidió que ser músico sería su objetivo profesional.
Lo ha logrado.Primero en las aulas de clase, luego con la formación de Híbriduz Jazz en el seno de la Escuela Nacional de Música (ENM).
Posteriormente se ha sumergido en otros procesos para seguir una profesionalización que no tiene fin. Brian Pagoaga es un alumno eterno.
Recientemente el artista hondureño participó en el Jazz Summer Camp, en Bruselas, donde siguió aprendiendo sobre el formato big band, porque desde Híbriduz Jazz, hace siete años, inició un proyecto: la Big Band Juvenil, que se ha convertido en el semillero de las nuevas generaciones de jazzistas en Honduras.
En esta entrevista comparte con Vida algunas impresiones de su experiencia en Bruselas y sus próximos proyectos.
¿Cómo se da la oportunidad de participar en el campamento en Bélgica?
El Jazz Summer Camp fue un intensivo desarrollado en el Centro Creativo Destelheide en las afueras de Bruselas. Es un campamento que reúne talento internacional con la Brussels Jazz Orchestra.
En él tuve la oportunidad de tocar como solista. Hace más de 10 años, cuando Darwin Sánchez (trompetista hondureño que reside en Bélgica) me abrió las puertas poniéndome en contacto con sus maestros, estudié jazz y música moderna en Ghent.
Luego participamos en el Festival Belmundo del 2015 con Híbriduz representando a Honduras a través de la Embajada de Honduras en Bélgica.
Es así que he mantenido una conexión con Bélgica reconociendo el alto nivel de la escena artística y académica de esta región.
¿Qué músicos estuvieron tras la jornada de aprendizaje musical?
El curso fue organizado por la tenacidad de Maarte Weyler (músico arqueólogo y educador) y músicos de la Brussels Jazz Orchestra, que son maestros en las mejores universidades y conservatorios de Europa, y fue un privilegio no solo mostrarles a través de la música mi recorrido como músico hondureño sino obtener su reconocimiento y valoración.
¿Qué lo ha motivado a seguir instruyéndose en el formato de big band?
Big band es una orquesta de jazz y desde que se fundó en el 2010 la Híbriduz Big Band con Óscar Rossignoli y José Antonio Velásquez, entre otros músicos, en la Escuela Nacional de Música, he estado a cargo de ella como director y trompetista.
Nos hemos presentado en Tokio (Japón), Taichung y Taipei Jazz Festival (Taiwán), Festival de Música en Cancún (México), San Pedro Sula y Tegucigalpa.
Me motiva continuar siendo un referente del formato en Honduras y en la región.
¿Qué proyecta a su regreso a Honduras?
Continúo con los proyectos que vengan de Híbriduz. Hace siete años iniciamos un proyecto semillero, la Big Band Juvenil, abriendo el espacio para tres generaciones de nuevos jazzistas.
Este año volvimos al escenario con el apoyo de la Embajada de EUA, como Jazz Embassadors en el Día Internacional del Jazz de la UNESCO, y recibimos del Herbie Hancock Institute una carta de reconocimiento por participar en una de las plataformas más grandes de jazz.
Posteriormente fuimos seleccionados para participar con la Big Band Juvenil en el programa de American Music Abroad, impartido por el destacado músico y pedagogo Sam Ryder y finalizando con una grabación en conjunto.
¿Cómo es la estructura de una big band, y qué demanda respecto a una banda tradicional?
Big band es un formato donde las distintas voces de los instrumentos aportan armonías, colores y matices interesantes.
Más allá de la melodía, estas armonías son la evidencia de alto conocimiento o entendimiento de las posibilidades de la música.
Está conformada por una sección de madera, de metales y base rítmica.
¿Qué experiencias le ha dejado esta oportunidad?
Reafirma que lo que he estado trabajando por más de 21 años tiene su lugar en este mundo y así seguir siendo un estudiante eterno, con intercambio de energías y conocimientos.
La música no es estática, es continua y evolutiva en el estudio constante de la profundidad total de la música y el entendimiento creativo completo de las herramientas sonoras detrás de la melodía, armonía y ritmo.
¿Qué otros planes tiene para su carrera musical?
El siguiente paso es enfocarme en el estudio de arreglos y composición, tomando clases con Miguel Blanco, maestro de arreglo del Conservatorio Superior Musikene, en el País Vasco.
Seguiré proponiendo proyectos de apoyo social y cultural, dando a conocer el esfuerzo personal que se necesita para continuar creciendo en la música más allá de la escena local.
Mi deseo es que, por medio de subvenciones, el gobierno promueva más programas y otorgue fondos para poder llevar a cabo proyectos de formación musical; fondos que alivien la carga económica que muchas veces los artistas no podemos aliviar sin el apoyo necesario.
Resumo todas estas experiencias en un esfuerzo y búsqueda constante para desarrollarme musical y profesionalmente.
A veces significa salir de mi zona de confort, tomar riesgos y enfrentar desafíos o incluso romper con limitantes pero agradeciendo al Creador por todos los sueños realizados.