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Las cinco mejores novelas de Svetlana Aleksiévich

Por lo electrizante de sus relatos, las novelas de Aleksiévich han sido traducidas al español, búlgaro, chino y japonés. Es la decimocuarta mujer en ganar el Nobel de Literatura

19.08.2017

Tegucigalpa, Honduras
La escritora y periodista bielorrusa Svetlana Aleksiévich, Premio Nobel de Literatura 2015, se caracteriza por sus escritos polifónicos que muestran el sufrimiento y el coraje de personajes de nuestro tiempo.

De sus novelas hay cinco que resultan imperdibles como “La guerra no tiene rostro de mujer” (1985), que es el libro debut de Aleksiévich y trata sobre las mujeres durante la guerra.

El tema en sí no es nuevo, lo que sí resulta novedoso es el grado de franqueza que consigue la periodista de sus interlocutoras, que comparten con ella impactantes detalles naturalistas.

“Los chicos de cinc” (1989), obra que relata sus experiencias durante cuatro años en Afganistán. Aleksiévich habla sobre la última guerra no declarada de la URSS y, sobre todo, el secreto terror que hacía estremecer a todas las familias con muchachos adolescentes: lo llamarán al ejército, lo enviarán a Afganistán y volverá en una tumba de cinc…

“Cautivados por la muerte” (1993), en el centro de esta investigación periodística figuran personas que se suicidan porque su vida ha perdido sentido después de un cambio drástico de clase social.

“Voces de Chernóbil” (1997), en la cuestión de la catástrofe de Chernóbil, a Aleksiévich no le interesaron tanto las consecuencias físicas del accidente de 1986 como su imborrable huella en el espíritu de la gente.

“Tiempo de segunda mano: el fin del hombre rojo” (2013), Aleksiévich vuelve al tema de la caída de la URSS. En esta ocasión ha querido dar voz a quienes sobrevivieron, pero, según promete el título, se convirtieron en “personas de segunda mano”. Y esto es algo importante.

Porque los libros de Aleksiévich, a pesar de que siguen las tradiciones del periodismo de investigación, se concentran también en la compasión heredada de Gógol y Dostoievski por el “hombre pequeño”, en la atención hacia sus necesidades y sus anhelos.