Tegucigalpa, Honduras.- La XIV edición del Premio Nacional de Narrativa Infantil y Juvenil consagró como ganadoras las obras de Josué Ramón Álvarez y Laura Elena Yanes.
Esta iniciativa, impulsada por la Embajada de España en Honduras, el Centro Cultural de España en Tegucigalpa (CCET), la Secretaría de Educación, la Secretaría de las Culturas, las Artes y los Patrimonios de los Pueblos de Honduras (SECAPPH) y Santillana Honduras, reafirma el compromiso con la promoción del talento literario y el estímulo a nuevas voces en la narrativa infantil y juvenil en el país.
La obra ganadora de la categoría juvenil, “Mejor que la soledad”, de Álvarez, es una narrativa que explora las transformaciones que enfrentan los jóvenes ante la migración familiar.
“Este premio es especial porque es un libro que escribí desde el corazón, inspirado en mi abuela”, expresó el escritor, quien además destacó el impacto de este certamen en la difusión literaria.

Por su parte, en la categoría infantil, la distinción recayó en “La niña que soñó una casa”, de Yanes, quien describió su historia como un reflejo de la realidad de muchas infancias hondureñas.
“Elena es una niña que sueña con tener una casa propia en un barrio donde la violencia y la precariedad son una constante, pero aún así encuentra espacios para imaginar y crear”, explicó Yanes.
Para la autora, este tipo de certámenes son esenciales para incentivar la escritura en el país. Como destacó: “el panorama literario es hermoso, lleno de esperanza. Hay muchas plataformas, desde concursos hasta publicaciones digitales, que están abriendo camino a escritores de todas las generaciones”.
Además de los premios principales, el jurado otorgó una mención de honor a “Perros aguacateros”, de Raúl Gutiérrez García, por su potente retrato de las desigualdades sociales en Honduras.
El evento contó con la presencia del embajador de España, Diego Nuño, la ministra de la SECAPPH, Anarella Vélez, el gerente general de Santillana Honduras, Fernando Obregón y el director del CCET, José Carlos Balaguer, quien resaltó la evolución del premio a lo largo de sus catorce años de existencia.
“En sus inicios, estaba centrado en escritores de prestigio, pero ha logrado consolidarse como una plataforma para nuevos talentos. Hoy vemos cómo personas jóvenes encuentran un espacio para que sus obras sean publicadas”, comentó.

Balaguer también enfatizó la necesidad de que más hondureños se animen a compartir sus historias porque “todos escribimos (...) cuando estamos enamorados, cuando vivimos un desamor. Pero nos faltan lugares donde perder la vergüenza y presentar nuestro trabajo. Este premio es una oportunidad maravillosa para ello”.
Como punto final de la ceremonia, Obregón —de Santillana Honduras— destacó el impacto del certamen en la región, con más de 50,000 ejemplares vendidos a lo largo de su historia y una creciente participación de escritores de diversas edades.
Y es así como, con este reconocimiento, la literatura hondureña sigue consolidándose como una herramienta de transformación social y una ventana para nuevas narrativas que reflejan la realidad del país.