GRACIAS, HONDURAS.- Ya son siete ediciones del Festival de Los Confines, un espacio cultural que emergió sin miedo en la crisis política del narco Estado, en el centro mismo del territorio geográfico y simbólico del poder oscuro.
Cuando llegué a Gracias en 2013, no conocía a nadie. Con escasa ayuda fundé el Festival Gracias Convoca.
En aquellos días pocas personas se arriesgaban a abrir un espacio de resistencia cultural porque originalmente el Gracias Convoca era un festival sensible y crítico, no una oferta de entretenimiento.
Luego vino el desastre: la usurpación y robo a plena luz del día de mi festival por algunos empresarios que me ofrecieron “abogados y plomo”, la presión política, mi encuentro con Juan Orlando Hernández que me dijo “¿Qué hace en mi ciudad? al parecer usted está llevando a mi casa a la oposición”.
Los primeros Madrid que vivieron en Lempira habían amado la silueta del Celaque que yo miraba desde mi exilio en Los Confines. Esos Madrid también habitaron Copán y Santa Bárbara.
“No digas que eres poeta de Santa Bárbara, tú eres poeta de Lempira o de Copán porque tus Madrid son de aquí”, me dijo don Jorge Bueso Arias, un día que le entregaba un libro mío en su oficina.
Todo es difuso ¿pero puede ser de otro modo la vida de un poeta? estos eslabones sueltos me anclaban a Gracias y quizá por eso me quedé, creía que algo me pertenecía de la deriva histórica de esta ciudad que todo el mundo abandonó y que luego se llenó de comerciantes foráneos que cambiaron su idiosincrasia.
Siempre he creído que hay algunas batallas que se ganan perdiéndolas. Yo gané una batalla al perder mi Festival Gracias Convoca; de ese modo pude tener un poco de paz para forjar las Bibliotecas Blue Lupin, desarrollar con pasión esos maravillosos espacios protectores, inclusivos, totalmente creativos y lúdicos que hoy son orgullo de Lempira y de Honduras.
Yo era ese tipo deambulando en Gracias, incendiado en el mapa exhausto de su soledad; no tenía amigos cercanos y mis conexiones culturales insistían en que me marchara del territorio, que corría peligro, pero yo soy un hombre de las tierras altas, poseo cierta taimadés y pellejo duro, así que decidí quedarme y no escuchar el consejo de marcharme para evitar terminar asesinado en alguna calle de Gracias o en las solitarias carreteras mientras viajaba a la lejanía para trabajar con las niñas y niños que no conocían los libros, y que luego nos ofrecerían las más esplendorosas lecciones de creatividad, con impactos reales y cambios en sus vidas.
Una enorme necesidad de forjar algo me sostuvo, era un mandato hondo, casi antiguo que insistía en darme fuerza. Por eso me quedé en Gracias, por eso resistí y resisto.
La vida me premió siendo parte de la fundación de una metodología de fomento de la lectura única, nuestra, parida en las montañas de Lempira con la gente sencilla y sabia.
Pero además creamos el Festival de Los Confines que en 2023 llegó a tener presencia de autores de treinta países, creamos el Premio Nacional de Poesía de Los Confines, la Feria del Libro Hondureño de Los Confines y una editorial que sólo este año produjo cincuenta libros de poesía, narrativa y crónica.
Y debo decir también que pude reafirmar afectos profundos que me causan felicidad: mi familia y mis amigos.
Los Confines inició como un festival de poesía, pero debido al cierre de espacios culturales en el gobierno anterior, se volvió multidisciplinario; llegó a tener hasta seis sedes para brindar mayor cobertura a los creadores; para el futuro nos concentraremos en nuestra región porque es innegable que este gobierno de Xiomara Castro ha potenciado nuevos espacios culturales; en escaso tiempo se fundó la Secretaría de las Culturas, Las Artes y los Patrimonios de los Pueblos de Honduras y hay un florecimiento cultural, y eso tiene un liderazgo claro: Annarella Vélez, que ha cruzado todo el país alentando las iniciativas populares e intelectuales de la cultura y trabaja en el estamento institucional y legal para proporcionar una plataforma que permita la sostenibilidad de las iniciativas en todo el territorio.
El Festival de Los Confines debe volver a su idea original: la poesía, literatura infantil, fomento de la lectura y arte infantil, periodismo cultural, traducción y narrativas de memoria cultural lenca y maya.
Debemos profesionalizarlo, ya no podemos ser ese festival solo de garra y fuerza, necesitamos fortalecer las alianzas ganadas en estos años, optar a mayores presupuestos, dialogar con las autoridades, instituciones públicas y de cooperación, con los empresarios de Gracias, con el sistema educativo para valorar para interiorizar el futuro, crear una calendarización anual de actividades o procesos y avanzar juntos hacia la visión que nos motiva: “Un mundo justo a través de la cultura”.
El Festival de Los Confines posiciona a Gracias y Copán Ruinas como destinos turísticos sensibles, contemplativos y con poderosas narrativas culturales para un público diverso que no solamente quiere pasear o vacacionar, sino sumergirse en experiencias relevantes, llenas de energía creativa, de luminosidad interior para palpar la vida de un modo mágico.
También fortalece la educación, el fomento de la lectura; atrae a quienes desean generar investigaciones, intercambios, crear o acercarse al conocimiento, residencias, plataformas interculturales, potenciación de la Red de Bibliotecas Blue Lupin y rescate de memoria cultural.
Estos años han sido de descubrimientos y aprendizajes, el equipo de trabajo, la comunidad, los autores culturales, las entidades aliadas son esenciales para hacer crecer al Festival de Los Confines y que dialogue con la vida en el escenario hermoso de Gracias y de Copán Ruinas.