Tegucigalpa, Honduras
Este abogado de profesión, que por cuestiones de tiempo incursionó en el mundo de la comunicación televisiva, hoy es una de las imágenes del canal HCH.
A pesar de ser un comunicador muy reconocido no ha perdido su sencillez ni tampoco ha olvidado de dónde viene. Así recuerda algunos momentos de su vida.
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¿Qué se siente cumplir 50 años?
Ja, ja, ja... tenía otras expectativas. Entre los 15 y 16 años alguien me dijo: cuando tengas 50 años vas a ser viejo, pero al cumplirlos realmente uno no se siente tanto así. Yo me siento bien con mucha fuerza, mucha energía.
¿Dónde nació?
Aquí en el Seguro Social y crecí en el barrio Las Crucitas, en la avenida Los Inditos, ya casi para llegar al barrio Los Profesores; pero cuando tenía unos 17 años de edad mis padres se pasaron para la colonia Hato de Enmedio y de ahí me casé y tomé un rumbo diferente.
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Cuando vuelve atrás y ve el camino recorrido, ¿qué piensa?
Muchas veces he visto ese camino. Vengo de un hogar humilde formado por mi papá Pablo Gerardo Matamoros y mi mamá Teresa de Jesús Trejo. Ellos hicieron un esfuerzo grande para que yo estudiara. El estudio, la disciplina y la constancia en los trabajos me han permitido avanzar en la vida.
¿El ambiente en Las Crucitas siempre fue caliente?
Siempre, recuerdo que los compañeros y amigos me decían “ahí no voy porque tiran flechas”. Actualmente hay otros barrios de los cuales uno puede decir lo mismo. Pero pasa que cuando se vive en esos barrios como que los delincuentes lo protegen a uno.
A pesar de todo son lugares alegres
En la casa había una especie de tablón que servía de mesa, los sábados y domingos la familia se sentaba ahí casi como para ver una película, es que casi siempre pasaba un accidente automovilístico o algunas personas se agarraban a machetazos. En ese tiempo no había televisión por cable, solo había dos canales, por eso uno salía a la acera y se sentaba a ver la gente pasar.
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¿Cómo llevó ahí esa vida de niño y adolescente?
Jugué mucha potra en la calle. Era una calle peligrosa, ya estaba pavimentada y pasaban muchos vehículos. Miré a muchos amigos ser atropellados. Gracias a Dios a mí nunca me atropelló un carro porque cuando jugaba potra estaba pendiente. Al verlos venir corría a la acera; al pasar, seguía con la pelota.
¿Una niñez muy divertida?
Le cuento que en mi niñez era excesivamente tartamudo y el consejo que le dieron a mi mamá fue que me relacionara con los demás, que me pusiera rápidamente en una escuela para que observara cómo hablaban los demás niños.
¿Y cómo se le soltó la lengua?
Ja, ja, ja... fue con ese consejo que le dieron a mi mamá, ahora hay tanto especialista. Eso de relacionarme con los demás niños me ayudó. Cuando hablaba se burlaban de mí. Cuando iba a la pulpería era terrible porque para pedir cosas como azúcar, por ejemplo, la palabra la extendía demasiado. Para mí era algo difícil, pero las burlas más bien me ayudaron.
¿Entonces era como un problema psicológico?
Nooo... en mi familia hay antecedentes de ese problema, al final no supe si era psicológico o tenía un problema lingüístico, pero me compuse, creo que hablo bien ahora, ja, ja, ja...
¿Qué apodo le decía en el barrio?
En la escuela me decían “grone”, o sea negro al revés, pero de ahí no he tenido ningún apodo, por lo menos que me dé cuenta.
¿Usted fue operador de radio?
Cuando tenía entre 11 y 12 años, un vecino mío en ese tiempo era el director de Radio Monumental, y una vez jugando con su hijo Alejandro Franco, me preguntó si quería trabajar en radio y a mí se me hizo raro. Ahí ya no era tan tartamudo como antes. Le pregunté a mi mamá y a mi papá y me dijeron que ahí había aparatos sofisticados, pero les dije que quería aprender. A la fecha me pregunto porqué me hizo esa invitación si él sabía que tenía problemas de tartamudez. Ahí comenzó mi primera experiencia en Radio Monumental, 1270 AM, todavía lo recuerdo.
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¿Y aprendió?
Sí, cuando estuve en la Monumental aprendí a operar y el dueño decidió darme trabajo, pero yo era demasiado menor, y amenazaron con sancionar a la radio si empleaba a un menor de edad, entonces Antonio Mazariegos Velásquez le dijo a mi papá: “Si lo dejás que entre a un medio de comunicación no lo vas a sacar de ahí”, y tuvo razón. Mazariegos Velásquez, que fue director de medios importantes en el país, se casó con una tía (hermana de mi padre).
¿Qué pasó después?
Le pregunté a mi papá si tenía algún amigo en la radio y él conocía al doctor Licona del programa “Los barberos”, y a través de él mi papá habló con don Rodrigo Wong Arévalo, quien en ese tiempo manejaba todo el circuito de Audiovideo y me preguntó: ¿podés operar? Le dije que sí, entonces me mandó a Radio Universal, que tenía el mismo estilo de música del recuerdo de la Monumental. Me dijo: “Si ponés buena música te digo si te quedás o no”. Al final le gustó la música que puse y me quedé.
¿Cuántos años estuvo como operador en Radio América?
Con el sistema Audiovideo unos 18 años, estuve como operador en Radio Universal, como locutor en la Moderna y de operador en Radio América unos diez años.
¿Le llovían las chicas como locutor?
No sé porqué, pero sí, al locutor muchas jóvenes lo admiran. En aquel tiempo solo existía el teléfono fijo, uno no sabía cómo era en realidad la otra persona. Cuando uno se conocía, las características no coincidían.
¿Y cómo conoció a su esposa?
En Audiovideo. Ella es hija del periodista Jorge Alberto Díaz Castillo, quien trabajó muchos años con la prensa y Radio América, cubriendo la nota policial. Ahí trabaja como operador también Óscar Castillo, hermano de quien ahora es mi esposa. Un día Carolina Castillo le fue a dejar comida al papá y le dije a Óscar: “Tu hermana está bonita, saludámela”.
¿Cómo se define usted?
Como una persona tranquila, pero también como un hombre que trabaja para lograr sus metas.
¿Cuál es su filosofía de vida?
Trabajo, constancia y disciplina, pero sin descuidar a la familia, le hablo de mi papá, mi mamá, mi esposa y mis hijos: Pablo Gerardo Matamoros y Omar Alejandro Matamoros.
¿En qué momento se mete al periodismo?
Es que yo estudié derecho estando en los medios de comunicación. La idea era poner un bufete. En su momento se lo comuniqué al dueño de Audiovideo, a don Andonie Fernández, y él me manifestó: “Si ya te vas a graduar te ofrezco que te pases aquí a Mandofer y deja de operar”. Recuerdo que me dijo: “Te voy a dar las prestaciones y aparte de eso vas a seguir con tu mismo sueldo y ya no vas a tener un horario tan estricto, solo vas a venir, preguntas si hay un caso, si lo hay lo llevas, sino te vas”.
¿Llevó y ganó algún caso?
Ja, ja, ja... eran casos pequeños, pero sí importantes para cuando uno va iniciando una nueva carrera. Los casos que llevé no fueron así de grandes alegatos. Más que todo fueron de reclamo de alimentos y con Mandofer casos de que a veces los clientes no pagaban y yo iba a apretar un poquito para que no se olvidaran de cancelar las cuentas. Incluso con unos compañeros que nos graduamos al mismo tiempo pusimos un bufete, pero solo duró un año.
¿Cuáles son sus expectativas?
Actualmente la realidad del país a veces nos quita algunas expectativas. Quiero retirarme del periodismo y dedicarme a la parte jurídica, otro es poner mi propio negocio, pero aquí con la situación de la extorsión uno se frena y lo otro es llegar con salud a los 60 años.
¿Por qué a los 60 y no a los 90?
Yo le digo a mi papá, y se enoja conmigo, de que el ser humano debería vivir hasta los 60 años, ja, ja, ja... con una buena calidad de vida, es que después vienen los achaques.
¿Su momento más difícil en la vida?
Fue hace dos años, cuando unos delincuentes me llevaron con todo y carro. Al salir de la casa de mi mamá, personas encapuchadas con armas de grueso calibre me apuntaron y me dijeron que bajara el vidrio y saliera del carro, yo pensé “¿será que se equivocaron?”. Al ver que no abría dispararon al aire, me sacaron por la fuerza y me metieron a la parte de atrás. Ahí sí me preocupé y dije: “De aquí ya no tengo retorno”.
¿Y qué querían los sujetos?
Me llevaron con rumbo desconocido, me decían que no levantara la vista y cuando lo hice me dieron en la cabeza con la cacha de la pistola. Lo que ellos querían era el carro, me preguntaban si tenía alarma, GPS y me decían “vamos a llevar este carro al mecánico y si nos mentís te vamos a matar”. Cuando me bajaron ahí por la colonia 21 de Febrero pensé que me iban a disparar, pero no... aquí sigo.
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¿Usted es rencoroso?
No lo soy, usted me puede venir a reclamar, me puede regañar, pero rapidito borro esa situación.
¿Qué actividades recreativas realiza?
En un tiempo jugué futbol, pero como a mi esposa le gusta el baloncesto con ella vamos a jugar. Y lo otro es que salgo a correr. No me gusta correr en las maratones porque las han mercantilizado. Mis pasatiempos son correr y si puedo, jugar básquetbol